“Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con
el Padre, a Jesucristo el justo.” 1ª Juan 2:1
“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora
el día de salvación.” 2ª Corintios 6:2
(Leer Levítico 9 – Romanos 6 – Salmo
65:1-4 – Proverbios 16:9-10)
Una señora
debía ser juzgada por haber cometido una grave infracción. Le habían
recomendado un excelente abogado, muy conocido, quien probablemente podría
defender su causa de la mejor manera. Varias veces pospuso para el día
siguiente su encuentro con el abogado. Por fin un día decidió solicitar sus
servicios. Pero el abogado le respondió: «Señora, siento mucho no poder
ayudarla. Hace algunos días me nombraron juez. Sigo defendiendo algunos casos
durante unas semanas, pero no puedo tomar casos nuevos. ¡Hace algunos días
hubiese podido defenderla!».
No sabemos si esta
negligencia tuvo alguna incidencia en el resultado del juicio. Pero hay un caso en el que las
consecuencias de nuestra negligencia podrían ser muy graves: cuando
comparez-camos ante Dios. La Biblia evoca claramente este solemne
aconte-cimiento: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).
Aún hoy Jesús
el Salvador puede, no defender nuestra causa ante Dios, sino obtener un pleno
perdón para nosotros, porque él sufrió en nuestro lugar la condenación que
merecíamos. Murió por nuestros pecados. No aceptarlo ahora como Salvador es
arriesgarse a tenerlo más tarde como juez (Romanos 2:16). ¡Pronto será
demasiado tarde! Todo hombre será llamado un día ante su Creador. Hoy todavía
puede tomar la buena decisión: ¿Se encontrará con un juez que pronunciará una
condenación definitiva, o con un Padre que lo recibirá junto a él?
EDICIONES BÍBLICAS - (DEVOCIONAL "LA BUENA
SEMILLA")