“Yo no he venido a llamar al arrepentimiento a los
justos, sino a los pecadores.” Lucas 5:32
La costumbre de
rebajar a alguien por ser como es o por lo que hace, viene de tiempos antiguos.
En la época de
Cristo Palestina estaba bajo el dominio de Roma, razón por la cual sus
ciudadanos debían pagar impuestos a las autoridades romanas locales. Para
cobrar esos impuestos, ocasionalmente el gobierno romano designaba cobradores
judíos, cosa que para muchos judíos era considerada inaceptable. Debido a esto,
era aceptable que los judíos que cobraban impuestos para los romanos fueran
tratados como parias, e incluso como traidores.
Así fue hasta
que llegó Jesucristo y se hizo amigo de cobradores de impuestos y pecadores.
Poco tiempo pasó hasta que los líderes religiosos y los maestros de la ley
acusaron a Jesús por juntarse con los parias de la sociedad, pero su respuesta
fue que él había venido a llamar a los pecadores a que se arrepintieran de sus
pecados.
Y eso es lo que
Jesús sigue haciendo todavía hoy por usted y por mí. A pesar de ser lo que soy
y de hacer las cosas que hago, él ha perdonado mis pecados y me ha mostrado su
amor.
Hay quienes
todavía hoy piensan como pensaban los judíos de la época de Jesús: yo no soy
así, yo no hago esas cosas. A veces me encuentro a mí mismo pensando también de
esa manera. A veces yo también creo que soy mejor que otras personas. El
problema es que, cuando me veo así, es porque estoy viendo a los demás como inferiores
a mí.
Pero no nos
engañemos. La realidad es que tanto usted como yo, como los judíos y los
romanos de aquélla época, tenemos algo en común: todos somos pecadores. A todos
nosotros Jesús nos llama para que nos arrepintamos y lo sigamos.
El sacrificio
de Jesús en la cruz hace posible que tengamos una vida nueva y una perspectiva
nueva con respecto a los demás. Con el poder del Espíritu Santo podemos ser
transformados, a través de la fe, en personas que comprenden que no es la
afiliación religiosa, ni la raza, ni el poder político lo que nos hace valer,
sino la sangre que Jesús derramó por nosotros y que nos hizo aceptables delante
de Dios el Padre.
ORACIÓN. Señor y Padre, gracias por quererme
así como soy. Por medio de tu Palabra ayúdame a seguirte, y a través de tu
Espíritu Santo profundiza mi arrepentimiento. En el nombre de Jesús. Amén.
Biografía del
autor: El Rev. C. David es Director de la oficina de CPTLN en India desde el año
2003. Es graduado en Teología del Seminario Concordia de Nagercoil, India, y
del Colegio Teológico Tamil Nadu en Madurai, India.
CRISTO PARA TODAS LAS N. - (DEV. “ALIMENTO DIARIO”)