NO DEBIÉRAMOS DESDEÑAR LAS BENDICIONES
DE ESTA VIDA
PRESENTE
1.
Sin embargo, nuestros constantes esfuerzos para disminuir la estima por
este mundo presente no deben llevarnos a odiar la vida o ser desagradecidos con
Dios. Si bien esta vida esta llena de incontables miserias, merece contarse
entre aquellas bendiciones divinas que no deben ser despreciadas. De manera
que, si no podemos descubrir nada de la bondad de Dios en ella, estaremos
siendo ingratos con nuestro Padre celestial. Especialmente para los creyentes,
esta vida debe ser un testimonio de la bondad de Dios, puesto que todo en ella
está destinado a prosperar su salvación.
2. Antes de revelarnos de forma total la
herencia de la gloria eterna, el Señor nos muestra Su paternidad en asuntos de
menor importancia, derramando sobre sus escogidos un gran numero de bendiciones
cada día. Puesto que esta vida sirve para enseñarnos la bondad y misericordia
divinas, ¿nos atreveríamos a menospreciarla como si no hubiera en ella ninguna
partícula de bien? Por lo tanto, tengamos un sentido de apreciación suficiente
como par clasificarla entre las gratificaciones y recompensas del amor divino
que no debemos desdeñar.
3. Además de las evidencias de la
Escritura, que son claras y numerosas, aun la misma naturaleza nos impulsa a
dar gracias a Dios por habernos dado la luz de la vida con todo lo que de ella
se desprende, y los medios necesarios para preservarla. Más aún, si
consideramos que esta vida nos ayuda a prepararnos para la gloria del reino
celestial, tendremos muchas más razones para ser agradecidos. El Señor ha
dispuesto que aquellos que han de ser coronados en los cielos, deban primero
pelear la buena batalla de la fe aquí en la tierra, para que no celebren su
triunfo sin realmente haber vencido las dificultades de la guerra y ganado la
victoria. Otra razón para nuestra gratitud es que aquí en este mundo tenemos
una muestra de la bondad divina, de manera que deseemos fervientemente conocer
la revelación completa de la misma.
4. Cuando hemos
llegado a la conclusión de que nuestra vida aquí en la tierra es un don de la
misericordia de Dios que debemos recordar con gratitud por todo lo que le
debemos, entonces será tiempo de recordar sus desdichas. Solamente de esta
forma seremos librados de un gozo excesivo y fuera de lugar al cual tenemos,
como hemos dicho antes, una acentuada tendencia natural.
JUAN CALVINO - (DEV. "EL LIBRO DE ORO DE LA
VERD.")