domingo, 28 de enero de 2018

Libro de Oro 28 enero





NOS INCLINAMOS A SOBRESTIMAR LA VIDA PRESENTE


1. No hay un punto intermedio entre estos dos extremos; o subestimamos esta tierra, o bien terminará acaparando nuestro amor desproporcionado. En consecuencia, si en algún modo tenemos deseos por todo lo que pertenece a la eternidad, pongamos nuestros más diligentes esfuerzos para librarnos de estas cadenas temporales. La vida presente tiene numerosas atracciones, mucho placer, belleza y encanto para nuestro deleite, por lo que es necesario que a menudo seamos apartados de ella, de modo que no nos desviemos a causa de su fascinación. ¿Cuál seria el resultado de estar envueltos de forma constante en la felicidad que ofrece esta vida? Aun con todas las maldades que nos rodea, nos cuesta reconocer que este mundo es un valle de miserias y que es del todo necesario despegar nuestro corazón de las cosas terrenales.


2. La vida humana no es sino un vapor o una sombra. Aun la gente del mundo tiene refranes y dichos que lo confirman, y consideran este conocimiento de tanto provecho, que han hecho muchas frases y proverbios sobre la vida y su vanidad. A pesar de ello, no hay nada que consideremos menos, y que se desvanezca de nuestra memoria tan rápidamente, como la brevedad de la vida. Hacemos enormes esfuerzos por ir tras todas las cosas que ella nos ofrece, como si en verdad fuésemos inmortales. Si estamos presenciando un funeral, o andamos en el cementerio entre las tumbas, viendo claramente la imagen de la muerte ante nuestros ojos, entonces filosofamos sobre la brevedad de la vida. Pero aun esto no sucede cada día, por lo cual volvemos con toda facilidad a nuestros pensamientos carnales y mundanos.


3. Luego, al alejarnos de estos lugares, nuestra filosofía se desvanece y continuamos viviendo el tonto sueño de que estaremos para siempre en esta tierra. Si alguien nos recuerda el proverbio que dice que el hombre es criatura de un día nos interesamos en conocer esta verdad, pero con una falta de atención tal, que la idea de la vida perpetua en este mundo continúa distrayendo nuestra memoria.


4. ¿Quién, entonces, puede negar que necesitamos ser advertidos no sólo por palabras, sino que debemos convencernos, por medio de toda evidencia posible, de que la vida presente es un sendero lleno de miserias? Aun después de que nos hayamos persuadido de esta verdad, nos cuesta mucho dejar de encariñarnos tontamente con este mundo, como si la vida fuera solamente una gran acumulación de bendiciones. Ahora bien, si es necesario que Dios nos dé más enseñanzas sobre este asunto, nuestro deber es prestar atención a Su voz y levantarnos de nuestra pereza, para volver así nuestras espaldas a este mundo y meditar con todo nuestro corazón sobre la vida celestial.



JUAN CALVINO - (DEV. "EL LIBRO DE ORO DE LA VERD.")









TRADUCCIÓN