“… grande es tu
fidelidad.” Lamentaciones 3:23 (Leer: Lm. 3:19-26)
Entré a la iglesia inundada de música y miré a la
multitud reunida para la fiesta de fin de año. Mi corazón se regocijó al
recordar las oraciones elevadas por la congregación durante el año: el dolor
colectivo por hijos descarriados, muertes de seres amados, pérdidas de trabajo,
relaciones rotas, pero también la alegría por corazones arrepentidos y vínculos
restablecidos, bodas, graduaciones, bautismos, nacimientos, adopciones,
consagraciones al Señor… y tantas cosas más.
Al reflexionar en las pruebas enfrentadas por nuestra
iglesia, todo muy similar a Jeremías recordando su «aflicción» y «abatimiento»
(Lamentaciones 3:19), me convencí de que «por la misericordia del Señor no
hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias» (v. 22). Las palabras de confianza del profeta me
brindaron consuelo: «Bueno es el Señor a los que en él esperan, al alma que
le busca» (v. 25).
Esa noche, cada persona era una expresión palpable del
amor soberano de Dios. Sea lo que sea que enfrentemos en el futuro, podemos
descansar en el Señor. Y, como Jeremías, reedificar nuestra esperanza en esos
recuerdos fortalecedores de la fe, cimentados en el carácter y la fiabilidad de
Dios.
Señor, gracias por utilizar nuestro pasado para reafirmar
nuestra esperanza y seguridad en tu fidelidad eterna.
Frente al nuevo año, recordemos que Dios ha sido y será
fiel siempre.
(La Biblia en
un año: Malaquías 1–4 — Apocalipsis 22:1-21)
XOCHITL DIXON -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")