DESPRECIAR LA PROPIA VIDA
“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en
abundancia.” Juan 10:10 (Leer: Juan 10:7-11)
En los
programas de televisión, las canciones que suenan por todas partes y los
anuncios comerciales con personas sonrientes por doquier… en todo momento se
nos insta a ser felices, pero la sugerencia para conseguirlo (generalmente,
comprar tal o cual producto) demuestra no ser válida. El problema está en
presentar una felicidad totalmente artificial. Como cristianos, podemos poner
de relieve una alternativa de vida que produce un gozo verdadero, con un
fundamento válido. El hecho de sabernos librados de la condenación e integrados
en el pueblo de Dios, todo ello por gracia, nos genera un sentimiento de
gratitud y alegría genuino y casi diríamos que incontenible.
Contagiar ese
sentir, más que obligar a alguien a estar contento, es lo que puede producir un
cambio significativo en la manera como las personas se enfrentan a estas
festividades. En todo caso, despreciar la vida propia hasta el punto del
suicidio es un acto injustificable, sobre todo si uno se da cuenta de lo que
Dios estuvo dispuesto a dar para salvar a los suyos: a su propio Hijo.
ORACIÓN: Señor, como cristiano agradecido a
tus muchos dones, quiero contagiar mi alegría de vivir a los que no la conocen.
Ayúdame, te pido, en el nombre de Jesús, amén.
MINISTERIO REFORMA - (DEVOCIONAL “CADA DÍA”)
--------------------------
El Rev. Juan Boonstra es quien nos guía este
mes a apreciar la Biblia y lo que ella tiene que decir para todos. Él fue el
director y la voz de La Hora de la Reforma por más de un
cuarto de siglo.