“...el casado se preocupa por ... cómo agradar a su
mujer.” 1ª Corintios 7:33
Cuando Sara,
una niña de cuatro años, asistió por primera vez a una boda, tenía un montón de
preguntas. Durante el banquete su madre le explicó que había dos tartas: la del
novio y la de la novia. “¿Por qué, mamá?”, preguntó Sara. “¿Todavía no han
aprendido a compartir?”. La Biblia dice: “...El casado se preocupa por ... su
mujer ... la casada se preocupa por agradar a su marido.” (1ª Corintios
7:33-34). Si dedicas más tiempo a tu carrera profesional que a tu relación, es
muy probable que esta no perdure. Por eso mismo el 50 por ciento de los
matrimonios acaba en divorcio. Debes comprender que cuando te casas con
alguien, te casas con todo lo que esa persona es y con todo su bagaje; es todo
el paquete. Si se lo pides a Dios, Él te
dará la sabiduría y la gracia para que ambos “crezcáis en gracia”.
Quizá no suceda
instantáneamente. Como escribió Shakespeare, “¿Qué herida no ha sanado paso a
paso?”. Hasta un pequeño corte necesita tiempo sanar. Pero si le dejas a Dios
ayudarte, Él te dará el óleo de la compasión y el vino del amor para verterlo
sobre las heridas de tu cónyuge. No estés tan comprometido con tu trabajo que
no te quede tiempo para el hogar. Tu primer llamado es tu familia; ellos son lo
primordial en la vida y luego vienen la vocación y otros intereses. En efecto,
lo que Pablo quiere decir es: “Doy libertad a los que están casados para
consagrarse en menor medida de los solteros, a fin de que puedan ocuparse mejor
de su relación” (1ª Corintios 7:32-35 parafraseado). “Pero necesito pasar
tiempo con el Señor”, alegas. Es verdad, sin embargo estás llamado a amar al
Señor y también a tu cónyuge.
BOB Y DEBBIE GASS - (DEVOCIONAL "LA PALABRA
PARA HOY")