“El nos elegirá nuestras heredades” Salmo 47:4
Creyente, si tu
heredad es modesta, confórmate con ella, pues lo que te tocó en suerte es lo
más conveniente para ti. La sabiduría infalible, que ordenó tu suerte, eligió
para ti la mejor y la más segura posición. Una nave de gran tonelaje tiene que
ser introducida en el río; ahora bien, en una parte de ese río hay un banco de
arena. Alguno podría preguntar: “¿Por qué el capitán navega por la parte
profunda del canal y se desvía tanto de la línea recta?” Su respuesta sería
esta: “porque si no siguiera el canal, no podría llevar mi nave al puerto”. De
igual modo, quizás, tú correrías peligro de encallar y de naufragar si tu
divino Capitán no te condujera por las profundidades de la aflicción donde las
olas del dolor se suceden una a otra en rápida sucesión. Algunas plantas mueren
si les pega mucho el sol. Quizás tú estés plantado donde da poco sol; tú eres puesto allí por el amante Labrador,
porque sólo en esa situación fructificarás en perfección.
Recuerda esto:
Si hubiera sido mejor para ti cualquiera otra condición que aquella en que te
hallas, el amor divino te hubiera puesto en ella. Tú eres colocado por Dios en
las circunstancias más apropiadas; en cambio, si tú eligieras tu parte, pronto
clamarías: “Señor, elige tú mi heredad, porque, por mi terquedad, estoy
traspasado de muchos dolores”. Conténtate con lo que tienes, pues el Señor
ordenó todas las cosas para tu bien. Toma tu cruz cada día, pues ella es la
carga que más conviene a tus hombros y que demostrará ser la más efectiva para
hacerte perfecto en toda buena palabra y obra para la gloria de Dios. ¡Abajo,
entremetido yo y arrogante impaciencia! No es de ti el elegir, sino del Señor de
amor. “Las pruebas tienen que venir y vendrán, pero con humilde fe he de ver
escrita en todas ellas la palabra amor. Esto me hará feliz”.
CHARLES SPURGEON - (DEV. “LECTURAS VESPERTINAS”)