“[Dios] es
poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos
o entendemos…” Efesios 3:20 (Leer: Lucas 1:5-17)
A veces, Dios se toma su tiempo para responder nuestras
oraciones, y nos cuesta entenderlo.
Esa era la situación de Zacarías, un sacerdote a quien se
le apareció el ángel Gabriel y le dijo: «Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu
mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan» (Lucas 1:13,
énfasis añadido).
Probablemente, Zacarías le había pedido a Dios un hijo
muchos años antes, y le costaba creer el mensaje del ángel ahora que su esposa
estaba más allá de la edad de tener hijos. Aun así, Dios respondió su oración.
La memoria de Dios es perfecta. Jamás olvida nuestras
oraciones, y tal vez responda mucho después de que le presentamos nuestras
peticiones. A veces, el Señor responde
«no», y otras, «espera», pero su respuesta siempre está acompañada de amor.
Los caminos de Dios superan los nuestros, pero siempre podemos confiar en que
son buenos.
Eso fue lo que descubrió Zacarías. Pidió un hijo, pero
Dios le dio aun más. Su hijo Juan se transformaría en el profeta que anunciaría
la llegada del Mesías.
La experiencia de Zacarías demuestra una verdad vital que
debería animarnos al orar: los tiempos de Dios rara vez son los nuestros, pero
siempre vale la pena esperarlos.
Salvador, ¡gracias porque puedes tomar mis oraciones y
hacer mucho más de lo que puedo imaginar!
Cuando no podemos ver la mano de Dios, podemos confiar en
su corazón.
(La Biblia en
un año: Jeremías 37–39 — Hebreos 3:1-19)
JB -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")