“...quien perdona todas tus maldades...” Salmos
103:3
El salmista
escribió: “Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus
dolencias”. Fíjate en el orden: ser consciente de que tus pecados son
perdonados precede a la sanidad de todas tus dolencias. Fíjate también en las
palabras “todas tus maldades”. Hay quienes se conforman con recibir un perdón
parcial, pero no dejan que el perdón de Dios alcance las áreas tenebrosas que
no pueden soltar y por las que no quieren perdonarse. Sin importar de qué
errores se trate, permítele a Dios perdonar todos tus pecados y luego recibe la
sanidad de todas tus dolencias. Suelta el pasado, suelta los errores, concédete
ser libre y aprende a perdonarte aceptando de todo corazón el perdón total y
completo de Dios.
Deja de hacerte
daño, porque Jesús ya padeció por todos tus pecados. Deja de flagelarte, porque
Jesús cargó con toda tu condena en la cruz. Deja de castigarte, porque Jesús
recibió todo el castigo que te correspondía. No te preguntes más si ya has
hecho lo suficiente para ganarte el perdón y la aceptación de Dios. Ambos son
inmerecidos, es decir, no se pueden alcanzar con luchas y esfuerzos, sino que
se reciben por fe. Si le dieras a un ser querido un regalo por su cumpleaños y
se empeñara en pagártelo, ¿cómo te sentirías? ¿herido? ¿ofendido? Así se siente
Dios cuando intentas “ganarte” Su perdón, Su sanidad y Su justicia. Cuanto más
dejes que la cascada de la gracia y del perdón de Dios te lave cada día, más
recibirás de Su salud para tu cuerpo y de Su cordura para tu mente.
BOB Y DEBBIE GASS - (DEVOCIONAL "LA PALABRA
PARA HOY")