“Tú me enseñas el camino de la vida; con tu
presencia me llenas de alegría; ¡estando a tu lado seré siempre dichoso!” Salmo
16:11
A Daniel Boone
una vez le preguntaron: "¿Alguna vez estuvo perdido?" A lo que
contestó: "No, pero una vez estuve sumamente confundido durante tres
días".
La respuesta de
Boone fue graciosa. La historia de Kay Gadsby es trágica.
Kay era una
joven inglesa de 21 años que sufría muchos problemas físicos. En su corta vida
tuvo un trasplante de corazón, y estuvo en la lista de espera para recibir un
tercer trasplante de riñón.
Kay falleció
cuando la ambulancia que la llevaba al hospital perdió su rumbo en el recorrido
de 30 millas .
Aparentemente, el conductor había ido a ese hospital sólo una vez y, cuando el
sistema de navegación de la ambulancia falló, no logró encontrar la forma de
llegar.
Mientras Kay le
preguntaba una y otra vez a su madre: "¿No voy a morir, no es
cierto?", el paramédico se turnaba entre atenderla a ella y pasarse al
asiento de adelante para darle instrucciones al conductor.
Tanto usted
como, yo continuamente vemos pasar cientos de autos y camiones. Me pregunto
cuántos de sus ocupantes aún no conocen al Salvador. Todos están muy ocupados
yendo a algún lugar, pero ese lugar, en la mayoría de los casos, no es el
cielo. Todos creen, al igual que Kay, que van a llegar al destino para el cual
se subieron al vehículo, pero no siempre todos lo logran.
Esa es una de las razones por la cual usted y yo,
que hemos sido salvados por Cristo, hacemos lo que hacemos.
Si conocemos a
alguien a quien se le ha roto el sistema de navegación, lo dirigimos a la
Palabra de Dios donde, como dice el salmista, el Señor nos da a conocer el
camino que lleva a la vida.
Si alguien
necesita un trasplante, le presentamos al Salvador, que es el gran médico del
cuerpo y del alma.
A quien está
confundido y no sabe qué camino tomar, lo dirigimos hacia Jesús, quien es el
camino por excelencia.
Es una gran
tragedia que Kay haya muerto en esas circunstancias. Pero mayor tragedia aún
será si quienes nos rodean nunca llegan a conocer al Salvador que puede
perdonar sus pecados, sanar sus almas, y llevarlos al cielo.
ORACIÓN: Señor Jesús, estoy rodeado de personas
que se encuentran perdidas y muriendo. Te pido que, cada vez que sea posible,
me ayudes a mostrarles el camino que lleva a ti. En tu nombre. Amén.
CRISTO PARA TODAS LAS N. - (DEV. “ALIMENTO DIARIO”)