“De la misma manera, que la luz de ustedes alumbre
delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su
Padre, que está en los cielos.” Mateo 5:16
Un grupo de una
iglesia de Líbano decidió ir al centro de la ciudad a evangelizar. El área
elegida era muy concurrida por la tarde, por lo que podrían hablarles a muchas
personas.
Cuando
arribaron, encontraron a una señora muy pobre y de avanzada edad sentada en el
suelo. Era difícil verle la cara debido a lo arqueado de su espalda. Pensaron
que tendría hambre, así que le compraron un sándwich y luego le hablaron de
Jesús, aunque no supieron si les entendió algo. A la mujer le llevó mucho
tiempo terminar el sándwich. El grupo se alejó, dudando si sus esfuerzos
habrían tenido algún resultado.
Poco después,
se encontraron con un joven que estaba fumando apoyado en una verja. Luego de
presentarse, una pareja del grupo entabló conversación con él. Finalmente, él
les preguntó qué hacían y por qué se habían tomado tanta molestia con la
anciana. En respuesta, ellos le hablaron de Jesús y de su amor por él.
Cuando
terminaron de hablar, el joven dijo: "Yo los estaba observando y vi cómo
ayudaron a la pobre anciana, así que pensé: 'si estas personas se me acercan,
escucharé lo que me digan'."
¡Cuán cierto es que muchas veces nuestros actos
hablan más fuerte que nuestras palabras! De no haber sido por la
compasión demostrada por ese grupo a la anciana, ese joven no hubiera escuchado
el mensaje que ellos tenían para darle. Sus acciones construyeron un puente que
ni sabían que se podría construir. Gracias a eso, pudieron compartir con él el
Evangelio de Jesucristo.
Pero el
Espíritu Santo aún no había terminado con ese joven... todavía no.
La pareja
escuchó unas semanas después que el joven había hecho confesión de su fe y
reconocido a Jesucristo como su Señor y Salvador. Cuando en la iglesia
escucharon esto, agradecieron a su Padre celestial por usar sus humildes
esfuerzos: primero para ayudar a una anciana, y luego para dar testimonio del
Evangelio a aquel joven.
ORACIÓN: Señor Dios, permite que nuestra luz
brille ante los demás. Permite que nuestras acciones te glorifiquen, para que
otros lleguen a conocer tu gracia salvadora. Sea que estemos en el mercado o en
una calle cualquiera, indúcenos a hablar y actuar en amor. En el nombre de
Jesús. Amén.
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Biografía del
autor: Esta devoción fue escrita por un voluntario de Cristo Para Todas Las
Naciones en Beirut, Líbano.
CRISTO PARA TODAS LAS N. - (DEV. “ALIMENTO DIARIO”)