La Biblia tiene
varios símbolos para el Espíritu Santo. Uno de ellos es el viento, que en el
griego original del Nuevo Testamento es la misma palabra que se utiliza para
aliento. El viento nos ayuda a visualizar el invisible y misterioso movimiento
del Espíritu (Ver Juan 3:8).
Durante el
bautismo de Jesús una paloma simbolizó al Espíritu Santo. “Y luego, cuando
subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía
sobre él” (Marcos 1:10). El Espíritu Santo es todopoderoso pero a la vez suave
y delicado en su trato con nosotros. Cada uno de nosotros puede herirlo
fácilmente.
El aceite es un
símbolo frecuentemente usado para el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento. La unción del Espíritu Santo se compara al
aceite que se ponía sobre casi todo lo que había en el tabernáculo. Cuando
éste se construyó como lugar de adoración, no sólo los objetos fueron ungidos
con aceite, sino también los sacerdotes. Más tarde los ancianos de la iglesia
primitiva fueron instruidos a orar por los creyentes enfermos y a ungirlos con
aceite como símbolo del Espíritu Santo (Ver Santiago 5:14).
Uno de mis
símbolos favoritos para el Espíritu Santo es el fuego, que se utiliza para
representar el poder y la presencia de Dios. Cuando Juan el Bautista entró en
escena antes de que Jesús apareciera, dijo: “Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo… él
os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16, énfasis
añadido).
JIM CYMBALA - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


