“No seas sabio en tu propia opinión; teme
a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio
para tus huesos.” Proverbios 3:7-8
Llegamos ahora
al próximo paso en la liberación del hastío:
4. El remedio de esta actitud de auto-referencia
es la rendición de sí mismo. Hasta ahora
has estado en tus propias manos. Ahora entrega deliberadamente tu ser hastiado
a Cristo.
5. Ahora que estás completamente
entregado a Dios, un nuevo propósito recorre todo tu ser. Porque ya no andas a
la deriva; te diriges hacia una meta. Estás trabajando sobre un plano. Su
plano. El lugar común ya no es lugar común; también en él se percibe la hebra
de oro de Su propósito. Estás viviendo una vida planeada y dirigida por Dios.
6. Ya no tratas con lo pequeño e insignificante,
porque puedes poner espíritu en todo cuanto haces. Ves que no es
tanto lo que haces sino cómo lo haces lo que realmente cuenta. Cada cosa
pequeña que haces, se engrandecerá. Cuando dices: “Buen día”, la sonrisa de la
mañana estará en tus palabras. Cuando inicias tu trabajo, pondrías armonía en
la monotonía y afinarás tu labor con la música de las esferas.” Vivirás
simultáneamente en el tiempo y la eternidad, y la eternidad concederá significado
al tiempo. Cada zarza común arderá con el fuego de Dios.
7. Harás cuanto hagas “por el amor de
Dios.” Has estado diciendo todo por amor de ti mismo. Ahora lo harás por el
amor de Dios. Está dicho: “En aquel día aún sobre los cencerros de los caballos
estará escrito: ‘SANTIDAD A JEHOVA’;… y en verdad, toda olla en Jerusalem y en
Judá será sagrada al Señor de las huestes.” (Zacarías 14:20-21). Las ollas y
cazuelas de todos los días vienen a ser vasos del templo cuando son utilizadas
“por el amor de Dios”. Vi en una capilla de Londres, Ontario, un banco de
carpintero que había sido delibe-radamente transformado en mesa de comunión.
Está perfectamente en su lugar, porque cada acción del carpintero que trabaja
“por amor de Dios” es un reflejo del Carpintero. Los Cuáqueros dicen que cada
vez que partimos el pan debemos participar del Cuerpo.
ORACIÓN. Oh Cristo, veo que debo hacer de las
horas de tedio horas de fiesta, porque tú estás conmigo “siempre y en todo
lugar”. Ya no soy un mero terrón porque un soplo de divinidad alienta en mi
barro; un propósito divino toma todas las células de mi ser y las transforma en
“un organismo del Espíritu”. Todo me inspira, me penetra, me intriga. Te doy
las gracias. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA. "Porque la
propia fuente de la vida está en tu presencia y en tu sonrisa tenemos la luz de
la vida" (Salmos 36:9).
E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)


