“Porque sabía que por envidia le habían entregado.... Y mani-fiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías” Mateo 27:18; Gálatas 5:19-20
No podemos
concluir nuestra lista de caminos que no conducen a ningún buen fin sin
subrayar los celos como un camino que sólo conduce a la derrota y a la
frustración.
Es extraño que
haya propuesto tanto su consideración y más extraño aún que, luego de recorrer
unas tres mil anotaciones preparadas para este libro, apenas pude reunir una
docena de referencias a los celos y la envidia. Y sin embargo, fue
probablemente el factor que crucificó a Jesús. Pilato, al menos, “sabía que por
envidia le habían entregado los príncipes de los sacerdotes.” (Mc. 15:10). La
envidia y los celos continúan crucificando a Jesús. Y más aún, arrojan a la
desintegración a muchas personalidades. Si tú tienes envidias o celos en tu
vida, no estás en el Camino.
Cerca de donde
escribo, hay el fantasma de un pueblo, otrora una población próspera y pujante
con una fábrica de papel. Dos personas de la fábrica empezaron a celarse entre
sí y cuando uno de ellos alcanzó el puesto principal, cerró la fábrica para despechar
a su rival. Cientos de personas quedaron sin empleo, el pueblo se deshizo, la
comunidad se desintegró, para satisfacer la envidia de un hombre.
¿”Satisfacer”? Ni eso. Ese hombre
llevará el veneno en su corazón por el resto de sus días. Porque los celos son
veneno.
Dos hermanos
tenían celos el uno del otro y esos celos emponzoñaban sus vidas y perturbaban
todo lo que los rodeaba. Una esposa o un esposo celoso pueden tener a un hogar
en un constante infierno de nervios. “Porque donde quiera existan celos y
rivalidades, allí hay perturbación y toda especie de mal.” (Santiago 3:16).
Advertid: “Donde quiera”. No hay excepciones. Los celos han sido, son y serán
la causa de desorden y perversidad. Y advertid más: “toda especie de mal.” De
los celos nace toda una cría de feos males.
Y sin embargo,
los celos pueden invadir (e invaden) a personas supuestamente cristianas. Un
eminente evangelista tenía celos de Moody y se dedicó a desprestigiarlo a él y
a su obra. ¿El resultado? Que dejó de ser un evangelista prominente, su poder
decreció hasta desaparecer y pronto su predicación eran palabras vacías. Pocos
recuerdan su nombre, mientras que el de Moody es inmortal. La envidia puede
aparecer lozana, pero interiormente se marchita; está condenada a destruirse a
sí misma.
ORACIÓN. Oh Cristo, que recibiste toda especie
de dardos de celos y que con amor y paciente buena voluntad los devolviste en
gracia perdonadora, dame una paciente buena voluntad para enfrentar los celos.
Y líbrame de su ponzoña. Que ella nunca pueda invadirme. En tu nombre. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA. "Poned en
vuestro amor fraternal afecto; adelantaos en honraros los unos a los
otros" (Romanos 11:10).
E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)