“Al orgullo le sigue la destrucción” (Proverbios
16:18 NVI)
Piensa en todas
las cosas de las que nos sentimos orgullosos: la casa donde vivimos, el
automóvil que conducimos, el diploma que cuelga de nuestra pared, las personas
con las que nos relacionamos o el cargo que ocupamos. Cuando has trabajado duro
para conseguir estar donde estás ahora, ¡ten cuidado con el orgullo! Pablo
preguntó: “¿Quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido?
Y si lo recibiste, ¿Por qué presumes como si no te lo hubieran dado?” (1ª
Corintios 4:7 NVI). ¿Qué debes hacer?
1) Examina tus creencias acerca de quién
eres, lo que tienes y lo que puedes hacer. Jesús dijo: “Separados de mí nada
podéis hacer” (Juan 15:5). Recuérdate a ti mismo: “Yo solo soy como el guante; Dios es la mano que lo lleva”, lo cual te
ayudará a mantener la perspectiva adecuada.
2) Céntrate más en los demás que en ti
mismo. Hay un dicho muy veraz: “Cuando alguien se encierra demasiado en sí
mismo, se vuelve muy pequeño”. “Cada uno debe velar no sólo por sus propios
intereses sino también por los intereses de los demás” (Filipenses 2:4 NVI).
3) Respeta y valora a cada persona que
conozcas sin tener en cuenta su estatus social, raza, género u otros factores
distintivos. Si eres humilde, la gente te respetará y recibirá tus aportaciones
sin tener sospechas de que tus móviles sean egoístas. La Biblia dice: “Hay seis
cosas que el Señor aborrece ... los ojos que se enaltecen, la lengua que
miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes
perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce
mentiras y el que siembra discordia entre hermanos” (Proverbios 6:16-19 NVI).
En este día, ten cuidado con el orgullo.
BOB Y DEBBIE GASS - (DEVOCIONAL "LA PALABRA
PARA HOY")