“...tuvo compasión de ellas...” Mateo 9:36
Una de las
mejores formas de recuperarse del duelo y de la pérdida de un ser querido es
transformar tus recuerdos en motivación. Luego, tenderles la mano a aquellos
que están sufriendo. ‘Pero estoy muy ocupado’, puedes decir. Jesús nunca estuvo
tan ocupado como para no compadecerse de los que estaban sufriendo. Después de
que David Williamson, el hijo de Ray y Judy, murió en un accidente, Ray dijo:
“Solía preguntarme si debía asistir al tanatorio cuando alguien había sufrido
una tragedia, ya que me sentía muy incómodo y no sabía que decir. Pero ya no me
lo preguntaré más. Siempre voy a asistir. Lo importante no es lo que digas,
sino tu presencia”.
Cuando dos adolescentes murieron en un accidente de
automóvil, sus padres acordaron hacer un velatorio conjunto. Asistieron
más de mil personas y algunas tuvieron que esperar hasta tres horas para dar el
pésame a los familiares de los difuntos. Cuando un hombre que había estado
haciendo cola finalmente llegó al frente, dijo: “No conozco ni a vuestros hijos
ni a vosotros, pero he venido esta noche porque mi hijo murió hace dos años. Sé
lo que se siente. En los próximos días experimentaréis toda clase de emociones
inimaginables. Solo quiero que sepáis que estoy aquí para vosotros siempre que
necesitéis hablar con alguien”. Luego les dio su tarjeta y se fue. Piensa en
este ejemplo, el que un extraño diera tres horas de su tiempo a unos
desconocidos solo porque quería ayudarlos en la experiencia más trágica de sus
vidas. Debes entender que cuando alcanzamos a otros,
a) somos más como Jesús;
b) nosotros también sanamos.
BOB Y DEBBIE GASS - (DEVOCIONAL "LA PALABRA
PARA HOY")


