“Examíname, oh
Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos” Salmo 139:23
(Leer: Salmo 139:17-24)
El día que mi esposo y yo empezamos nuestra travesía de
cuidar a nuestros padres ancianos, fue como tomarnos del brazo y sentir que
estábamos cayendo por un precipicio. No sabíamos que, durante ese proceso, la
tarea más difícil sería permitir que Dios examinara y moldeara nuestros
corazones a fin de usar ese tiempo especial para que aprendiéramos nuevas
maneras de ser como Él.
Los días en que sentía que me hundía en la tierra en una
descontrolada caída libre, Dios me mostraba mis prioridades, mis reservas, mis
miedos, mi orgullo y mi egoísmo. Utilizó mis grietas para mostrarme su amor y
su perdón.
El pastor de mi iglesia dice: «El mejor día es aquel en que ves quién eres en realidad: alguien
desesperado sin Cristo. Luego, te ves como Cristo te ve: completo en Él».
Esta fue la bendición que experimenté al cuidar a mis padres. Cuando veía para
qué me había creado Dios, corría llorando hacia sus brazos, y clamaba con el
salmista: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis
pensamientos» (Salmo 139:23).
Esta es mi oración por ti: que, al verte en medio de tus
circunstancias, corras hacia los brazos abiertos, amorosos y perdonadores de
Dios.
Señor, necesito tu amor, sabiduría y gracia. Examina,
conoce y sana mi corazón.
Cuando la preocupación se instala, las fuerzas se van;
pero estas vuelven cuando corremos hacia Dios.
(La Biblia en
un año: Marcos 14:1-26)
SHELLY BEACH -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")