“He puesto sobre él mi Espíritu… No
quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare” Isaías 42:1-3
Probablemente,
las palabras más alentadoras que haya oído en semanas vengan de una profecía en
Isaías 42:1-3 sobre cómo usará Jesús su poder espiritual.
¿Nos sentimos
como una «caña cascada», o como uno de esos enormes y pesados lirios de Pascua,
cuyo tallo ha sido aplastado de manera que la flor cae al suelo y no recibe
vida? ¿Alguna vez sintieron que su fe es solo una pequeña chispa en lugar de
una llama, como ese puntito rojo que queda en la mecha después de que se soplan
las velas de cumpleaños?
¡Ánimo! El
Espíritu de Cristo es el Espíritu de aliento: él no cortará nuestra flor, él no
apagará nuestra chispa.
«El Espíritu
del Señor esta sobre mí para anunciar el evangelio a los pobres» (Lucas 4:18).
«Se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas» (Malaquías 4:2). Él
es «manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas»
(Mateo 11:29). «Espera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera
al Señor» (Salmos 27:14).
Podrá ser triste para nosotros tener solo una
chispa en lugar de una llama de fuego. Pero ¡prestemos atención! y
alentémonos: sí, hay una gran diferencia entre una chispa y un fuego, ¡pero hay
una diferencia infinita entre una chispa y ninguna chispa! Una semilla de
mostaza (de fe) está infinitamente más cerca de ser una montaña que lo está de
no ser una semilla.
Abramos la
ventana de las promesas de Dios y dejemos que el Espíritu sople en cada una de
las habitaciones de nuestro corazón. El viento santo de Dios no romperá o
extinguirá. Él levantará nuestra cabeza y soplará la chispa para que se
convierta en llama. Él es el Espíritu de aliento.
JOHN PIPER - (Dev. tomado del artículo "EL ESPÍRITU
DE ALIENTO")


