“Amados, amémonos unos a otros; porque
el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El
que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el
amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo,
para que vivamos por él. En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados,
si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.” 1ª Juan 4:7-11
Debemos
continuar examinando los efectos de los odios y los resentimientos. Jesús dijo:
“Quienquiera se enoje con su hermano sin causa, será sentenciado por Dios”
(Mateo 5:22). Advertid que no es sentenciado por el Sanhedrín o por el fuego de
la Gehenna, como se ve por el contraste, sino por Dios en el silencioso proceso
de juicio: corrupción interior, frustración, conflicto, neurosis. Estas son las
sentencias de Dios. El que odia se tornará odioso. El que se resiente, vendrá a
quedar resentido. El que no ama a la gente no será amado por ella. Esta es la
silenciosa sentencia de Dios.
Dice Howard
Thurman: “Si alimentamos odio, temor y egocentrismo en nuestro corazón,
pasaremos nuestros días tropezando en las tinieblas.” ¿Por qué? Porque el amor,
el odio y el egocentrismo son caminos sin salida. La vida no los respalda. Como
lo ha expresado alguien: “El ánimo de venganza es un veneno poderoso. Te
destruirá si pretendes reprimirlo y te destruirá si lo expresas en acción.” Ora
como represión, ora como expresión, es veneno.
Dijo un amigo
mío: “Los sentimientos han dividido nuestra familia. Tengo dos hermanos y dos
hermanas. Yo soy el único que es amigo de todos. Algunos de estos
resentimientos datan de veinticinco años. Sus vidas carecen de un tema que se
exprese en canción. El amor es el único medio de mantener unida a la familia.”
El amor no sólo une a una familia; integra a la persona.
Una enfermera
solicitó un turno nocturno para poder asistir a la universidad durante el día.
La solicitud le fue denegada. A los pocos días debió ser internada en el
hospital como paciente, con un fuerte dolor en un costado, imposibilitada de
comer, con una temperatura de 41°. No se encontró ninguna falla en su
organismo. Luego de unos días de descanso se le otorgó el turno nocturno, se
sanó y dio cumplimiento a su trabajo nocturno y los estudios de la universidad
sin resentirse por el esfuerzo. El resentimiento la había enfermado.
Un hombre me
dijo: “Seis hombres me han injuriado. Yo me negué a vengarme. Los seis, me
duele decirlo, yacen en la tumba de los suicidas.” Pero aunque no resulte en
suicidio visible, ciertamente el odio termina en un suicidio del espíritu.
ORACIÓN. Oh Cristo, sé que no puedo perjudicar
a otros sin perjudicarme a mí mismo. Sé que el fuego del odio me consumirá, que
consumirá todo lo noble y bueno que hay dentro de mí. Apágalo en mi interior.
Que no queden brasas ardiendo bajo el rescoldo. Consiento en que apagues hasta
la última chispa de odio. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA: Hoy mi canto
tiene un tema: “Amo a todos en Dios.”
E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)