domingo, 8 de enero de 2017

Comprendiendo la gracia 8 enero





El termino bíblico viejo hombre (o viejo yo), naturaleza y carne son frecuentemente usados como intercambiables, pero necesitan ser claramente distinguidos. La Biblia dice que "estábamos muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1) y “. . . éramos por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2:3). El viejo yo es quiénes éramos “en Adán”. Nuestra naturaleza era pecaminosa, y la carne es nuestra propensión aprendida a vivir independientemente de Dios.

Tal es el estado de la humanidad caída, pecaminosa por naturaleza y espiritualmente muerta (es decir, separada de Dios). La humanidad caída no tuvo más remedio que encontrar su identidad en su existencia natural y determinar su propósito y significado en la vida independiente de Dios. Además, el corazón, que es el centro de nuestro ser, “engañoso es… más que todas las cosas, y perverso” (Jer. 17:9). La humanidad caída vive “en la carne” y “los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Rom. 8: 8).

Todo cambió con la salvación. Primero, Dios nos trasladó del dominio de las tinieblas al reino de su amado Hijo (Colosenses 1:13). En segundo lugar, el Apóstol Pablo enseñó que ya no estamos en la carne, estamos en el Espíritu y en Cristo. “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9). “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1ª Cor. 15:22 – énfasis añadido). Esta transformación se puede mostrar como sigue:







NEIL ANDERSON - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)










TRADUCCIÓN