Lectura: Proverbios 7:1-27
Aquella familia
de un barrio común nunca se imaginó la tragedia espantosa que viviría. Su hijo de 15 años de edad, fue estrangulado
por la mascota familiar. El joven se había ido a la habitación del segundo piso
para jugar con una serpiente pitón birmana de 3.3 metros (10.8 pies ). Nadie está
seguro de cómo sucedió, pero la supuestamente “dócil” serpiente se convirtió en
una asesina que se llevó la vida del muchacho.
Entonces, ¿por
qué jugar con una poderosa serpiente, cuando puede convertirse en una horrible
causa de muerte? ¿Por qué se le ocurre a alguien traer una criatura tan
potencialmente peligrosa a la casa? ¿Por qué ingresar a una casa donde sabes
que existe un animal, del que conoces que el dueño no tiene control o que no
está calificado para manipular este tipo de animales? Esta noticia es una clara exhortación que al
igual que el viejo adagio dice: “¡No
juegues con fuego!”. Es una señal de
advertencia que parpadea alarmantemente.
Esta
advertencia es aún más aplicable al peligro de jugar con el pecado, y en
sobremanera cuando esas advertencias van ligadas al pecado sexual, que parece
que sólo da placer, “sin herir a nadie”.
A simple vista parece
inofensivo, pero no lo es, al dejarlo
crecer, y estar orgullosos de ello, el pecado sexual que pareciera
insignificante puede convertirse en una terrible tragedia, leamos lo que dice
Proverbios 7:24-27:
“Ahora pues,
hijos, óiganme; presten atención a los dichos de mi boca. No se aparte tu
corazón tras sus caminos, ni te descarríes por sus sendas. Porque a muchos ha hecho caer muertos; los
que ella ha matado son innumerables. Su casa está en los caminos del Seol que
descienden a las cámaras de la muerte”
Como creyentes
en Jesucristo, debemos controlar los impulsos de los cuales broten los deseos
pecaminosos de nuestro corazón, en ese mismo momento debemos confesarlo al
Señor y pedirle que nos ayude a superarlo.
1. El jugar con un pecado tipo “mascota”,
es comparable a jugar con una mascota mortal. Tarde o temprano se volverá
contra nosotros.
2. Los pecados no saltarán sobre ti para
agredirte, somos nosotros los que dejamos que actúen dejando que nos destruyan.
“Hijo mío,
guarda mis palabras y atesora mis mandamientos dentro de ti. Guarda mis mandamientos y vivirás; guarda mi
enseñanza como a la niña de tus ojos. Átalos a tus dedos; escríbelos en la
tabla de tu corazón.” (Prov. 7:1-3)
MD/HG - (DEV. PROVERBIOS: SABIDURÍA DIVINA PARA LA VIDA DIARIA)
MD/HG - (DEV. PROVERBIOS: SABIDURÍA DIVINA PARA LA VIDA DIARIA)