DEVOCIONAL “EL CAMINO”
¿Qué se puede
decir de una obra que ha alimentado, guiado, inspirado y estimulado a los
cristianos del mundo entero?
¿Qué agregar con respecto al autor que se cuenta
entre el puñado de hombres que más ha hecho por el avance y expansión misionera
mundial?
El camino será
para los lectores una lluvia de bendición, deleite y renovación para cada día,
con la firme convicción que el crecimiento y la transformación no tendrá
límites en las almas sedientas y abiertas a lo que el Espíritu Santo quiera
hacer.
“Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. Ellos entonces
con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra
adonde iban.” Juan 6:20-21 (Leer: Juan 12:15)
Continuamos
nuestros pasos en la lucha con el temor.
6. No luches con tus temores, ríndelos.
Si luchas con los temores, tu mente estará ocupada en ellos y nunca se puede
repetir demasiado que “lo que domina tu atención termina por dominarte.” Si tus
temores dominan tu atención, aunque sea una atención en lucha, terminarán por
dominarte. Una lucha se entablará entre la voluntad y la imaginación y en semejante
lucha la imaginación lleva todas las de ganar. No debes luchar con tus temores
sino entregarlos en las manos de Dios.
7. Cuando la preocupación llama a la
puerta, no le des el mejor asiento ni la recibas. Tranquilamente cierra la
puerta y dile: “Te he entregado en las manos de Dios. No tienes más parte
conmigo. Estoy libre de ti.” Una estudiante secundaria judía temía a cierto
maestro. Esto hacía que su trabajo fuese tan insatisfactorio en otras clases
que las autoridades estaban a punto de aconsejar que la cambiara de escuela.
Escuchó mi mensaje, fue a su casa y le dijo a su madre: “Mamá, el mensaje era
para mí. He entregado mi temor a Dios. No le tengo más miedo a esa clase y no
quiero cambiar de escuela.” Dios gobernaba ahora su temor; ella ya no luchaba
con él ni lo aposentaba; se había disipado.
8. Aprende el arte de la oración, porque
los temores se disipan en una atmósfera de oración. Una misionera al Japón
vivía una vida de temor de los terremotos en la tierra de los terremotos.
Empezó a sufrir del estómago y a sentir palpitaciones a la sola idea de ir a
Tokio. Nunca se le había ocurrido entregar sus temores a Dios. Lo hizo y, he
aquí, desaparecieron. Decía que realmente esperaba pasar por alguna experiencia
de terremoto para probarse a sí misma la libertad de que ahora disfrutaba,
aunque en realidad no necesitaba esa prueba. Pasó varias experiencias de esa
especie y ni siquiera se dio cuenta de lo que había ocurrido.
A una cantante
negra se le pidió que cantara en la capilla de una Universidad a una
congregación de blancos el Día de la Oración. Estaba llena de temor. Leyó Vida abundante y rindió su temor a Dios
en oración. “Me sentí como para cantar a pleno pulmón después de que me deshice
de mis temores rindiéndolos en oración.”
ORACIÓN. Oh Cristo, he mantenido en mi corazón
estos mis temores. Los entrego ahora a ti. Yo no puedo dominarlos pero tú sí.
De ahora en más están en tus manos, no en las mías. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA: En una
atmósfera de oración mis temores no son resueltos, son disueltos.
E. STANLEY JONES - (Devocional diario “EL CAMINO”)