sábado, 31 de diciembre de 2016

No lucheis con vuestros temores; rendidlos 30 diciembre



DEVOCIONAL “EL CAMINO”




¿Qué se puede decir de una obra que ha alimentado, guiado, inspirado y estimulado a los cristianos del mundo entero? 


¿Qué agregar con respecto al autor que se cuenta entre el puñado de hombres que más ha hecho por el avance y expansión misionera mundial?


El camino será para los lectores una lluvia de bendición, deleite y renovación para cada día, con la firme convicción que el crecimiento y la transformación no tendrá límites en las almas sedientas y abiertas a lo que el Espíritu Santo quiera hacer.








“Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.”  Juan 6:20-21  (Leer: Juan 12:15)



Continuamos nuestros pasos en la lucha con el temor.


6. No luches con tus temores, ríndelos. Si luchas con los temores, tu mente estará ocupada en ellos y nunca se puede repetir demasiado que “lo que domina tu atención termina por dominarte.” Si tus temores dominan tu atención, aunque sea una atención en lucha, terminarán por dominarte. Una lucha se entablará entre la voluntad y la imaginación y en semejante lucha la imaginación lleva todas las de ganar. No debes luchar con tus temores sino entregarlos en las manos de Dios.

7. Cuando la preocupación llama a la puerta, no le des el mejor asiento ni la recibas. Tranquilamente cierra la puerta y dile: “Te he entregado en las manos de Dios. No tienes más parte conmigo. Estoy libre de ti.” Una estudiante secundaria judía temía a cierto maestro. Esto hacía que su trabajo fuese tan insatisfactorio en otras clases que las autoridades estaban a punto de aconsejar que la cambiara de escuela. Escuchó mi mensaje, fue a su casa y le dijo a su madre: “Mamá, el mensaje era para mí. He entregado mi temor a Dios. No le tengo más miedo a esa clase y no quiero cambiar de escuela.” Dios gobernaba ahora su temor; ella ya no luchaba con él ni lo aposentaba; se había disipado.

8. Aprende el arte de la oración, porque los temores se disipan en una atmósfera de oración. Una misionera al Japón vivía una vida de temor de los terremotos en la tierra de los terremotos. Empezó a sufrir del estómago y a sentir palpitaciones a la sola idea de ir a Tokio. Nunca se le había ocurrido entregar sus temores a Dios. Lo hizo y, he aquí, desaparecieron. Decía que realmente esperaba pasar por alguna experiencia de terremoto para probarse a sí misma la libertad de que ahora disfrutaba, aunque en realidad no necesitaba esa prueba. Pasó varias experiencias de esa especie y ni siquiera se dio cuenta de lo que había ocurrido.

A una cantante negra se le pidió que cantara en la capilla de una Universidad a una congregación de blancos el Día de la Oración. Estaba llena de temor. Leyó Vida abundante y rindió su temor a Dios en oración. “Me sentí como para cantar a pleno pulmón después de que me deshice de mis temores rindiéndolos en oración.”


ORACIÓN. Oh Cristo, he mantenido en mi corazón estos mis temores. Los entrego ahora a ti. Yo no puedo dominarlos pero tú sí. De ahora en más están en tus manos, no en las mías. Amén.


AFIRMACIÓN PARA EL DÍA: En una atmósfera de oración mis temores no son resueltos, son disueltos.






E. STANLEY JONES - (Devocional diario “EL CAMINO”)









TRADUCCIÓN