“pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá
sed jamás…” Juan 4:14
Jesús le pidió
a la mujer junto al pozo que le diera de beber. Sorprendida ella de que un
judío hablara con una samaritana le preguntó por qué le pedía agua. Él
respondió: “—Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de
beber”, tú le pedirías, y Él te daría agua viva… —Cualquiera que beba de esta
agua volverá a tener sed; pero el que
beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le
daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan
4:10,13-14). Notemos la distinción entre “esta agua” y “el agua que yo le
daré”. Jesús no estaba discutiendo las propiedades regionales del agua. Estaba
hablando de los cinco matrimonios fallidos de la mujer y del hombre con el que
vivía en ese momento.
Ella no tenía ni idea de cómo ni dónde encontrar la
satisfacción que tanto anhelaba. Una decepción tras otra en las
relaciones. Y aunque bebía con frecuencia de “esta agua” nunca se había sentido
satisfecha. Su reacción a cada relación rota era otra relación rota —pensando,
como solemos hacer, que repitiendo lo mismo de lo que no funciona en algún
momento lo haremos funcionar—. Jesús no estaba criticando su falta de
moralidad. No, le estaba ofreciendo la verdadera cura para el vacío interior.
Sea lo que sea que estés buscando para realizarte: drogas, alcohol, sexo,
pornografía, una relación tras otra, dinero o popularidad; todo ello es agua
que no te puede satisfacer. Centra tu vida en Jesús, pasa tiempo con Él, habla
con Él y bebe de Su palabra a diario. Eso sí que llenará por completo tu vacío
interior.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")