“Porque esta
leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y
eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que
no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas” (2ª Corintios 4:17–18).
Pablo nos está
diciendo: “Saca tus ojos de tus problemas. No te enfoques en las cosas que
vendrán sobre la Tierra, porque todas pasarán. Tus problemas son nada a la luz
de la gloria eterna que espera a los hijos de Dios. Después de un momento en el
paraíso con Él, ¡no recordarás nada de ello!
Está escrito de
Cristo: “Por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio” (Hebreos 12:2). Jesús mismo dijo: “Cuando vean estas cosas suceder,
¡levanten sus cabezas y regocíjense! Todo esto quiere decir que el día de su
redención se ha acercado” (ver Lucas 21:28).
Según Pablo, cuando las tinieblas y la
incertidumbre se acercan, Dios ordena que una luz maravillosa alumbre en
nuestros corazones.
Pablo se
refiere acá a una manifestación gloriosa del conocimiento de la gloria de
Cristo que llega a nosotros en nuestras pruebas:
“Porque Dios,
que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo” (2ª Corintios 4:6). Pablo está describiendo nada menos
que una revelación fresca de la gloria de Dios en la persona de Cristo.
Cuando Pablo
recibió esta revelación, él estaba en la prisión y sin un centavo. Aunque él
subsistía con la pobre comida de la prisión, él era vivificado por la
revelación fresca de la gloria de Cristo que recibía diariamente.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)