jueves, 15 de diciembre de 2016

Entender a ese niño diferente 15 diciembre





“Concede, pues, a tu siervo un corazón que entienda” 1 Reyes 3:9


¿Recuerdas al típico “payaso” de la clase? Podía hacer que cualquiera se partiera de la risa en el momento más inoportuno. Los profesores no podían controlarlo, les hacía pasar vergüenza a sus padres y era un auténtico placer para los otros niños que querían distraerse de las aburridas clases. Probablemente los profesores se pregunten si la Dirección de Educación le asigna a cada clase al menos uno de estos payasos para que se ganen cada euro de su salario. Estos pequeños expertos en causar molestias normalmente son varones. A menudo tienen problemas de lectura o de otro tipo, son de pequeña estatura, aunque no siempre, y hacen lo que sea por provocar la risa. Los padres y los profesores quizás no reconozcan que detrás de ese comportamiento revoltoso se esconde el dolor de la inferioridad. El humor es la clásica respuesta a los sentimientos de baja autoestima. Esto explica por qué muchos de los humoristas más famosos tuvieron una infancia dolorosa.
               
Los padres de Jonathan Winter se divorciaron cuando él tenía siete años y este solía llorar cuando los demás niños lo dejaban de lado y se burlaban de él por no tener padre. La humorista Joan Rivers a menudo bromeaba sobre su escaso atractivo de niña. Decía que se parecía tanto a un “perro” que su padre tuvo que arrojarle un hueso de camino al altar para que se casara. Estos famosos cómicos tuvieron su preparación durante la niñez y usaron el humor como un mecanismo de defensa. De la misma manera les ocurre a los payasos de la clase, quienes hacen bromas de todo tipo para ocultar sus luchas internas. Esta reflexión debería ayudarte a conocer sus necesidades y a tratarlos de forma más efectiva. “Concede, pues, a tu siervo un corazón que entienda” (1 Reyes 3:9) es la oración que cada padre y profesor debería hacer.



BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA HOY")









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