Multitudes de
cristianos se levantan cada mañana enfrentando problemas indescriptibles,
dolores físicos, sufrimiento emocional, problemas económicos. Muchos están tan
acosados por los problemas que se preocupan: "Todo esto es demasiado para
mí, ya no tengo la fuerza para luchar contra estas cosas. ¿Cómo voy a
lograrlo?"
Nuestro ministerio
recibe muchas cartas de santos que soportan circunstancias extremadamente
difíciles todos los días. Una mujer de Dios escribió: "He estado casada
por más de treinta y cinco años, y soy una abuela; pero ahora mi familia está
siendo destruida por mi marido adúltero. Él fue lleno del Espíritu Santo y fue
usado por el Señor, pero ahora es un mujeriego amargado, lleno de lujuria. Por
favor, oren por mí. Él ha extraído todo el amor de mí, y soy tan infeliz. No
creo que pueda soportar por más tiempo."
Nuestro Padre
celestial ve cada paso de nuestra vida y a pesar de todas nuestras crisis y
dificultades, nos manda una y otra vez en las Escrituras: "No temas".
No debemos creer que nuestros problemas nos derribarán y destruirán, porque Él
es nuestro escudo.
"Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú,
pueblo salvo por Jehová, escudo de tu socorro, y espada de tu triunfo? Así que
tus enemigos serán humillados, y tú hollarás sobre sus alturas"
(Deut 33:29).
Dios nos está diciendo:"¡No es cierto que yo los haya abandonado! No estoy
enojado con ustedes, no los he dejado a sus expensas en contra de sus enemigos.
¡Todas ésas son mentiras de Satanás!"
No importa la crisis
que enfrentamos, qué dificultades poderosas tenemos delante de nosotros,
nuestra victoria está asegurada: "Antes, en todas estas cosas somos más
que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37).
¿Significa esto que
vamos a quedarnos sentados a esperar que Dios envíe un ángel para matar a todos
nuestros enemigos? No, ¡nunca! Aunque Dios haya proclamado nuestra victoria, Él
no hará la parte que nos corresponde.
Todavía debemos tomar
una espada para luchar contra el enemigo. La diferencia está en que lo hacemos
creyendo que Dios ha prometido darnos poder: "Mas gracias sean dadas a
Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1ª Cor 15:57).
¡El Espíritu Santo
responde a nuestra fe! Cuando invocamos su nombre, Él viene a nosotros con
poder sobrenatural para hacer morir las obras de la carne. Nuestra parte es
tener fe y caminar en la convicción de que el Espíritu de Dios resistirá el
poder del mal que viene contra nosotros.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)