Año 1 - Semana: 51 - Día: 6
LEE Salmos 25:12-22 – Tú eres el Dios de mi salvación.
MEDITA. El salmista no busca respuesta a su aflicción, sino
dirección para saber que paso dar a continuación. En esta búsqueda, él dirige
su mirada al Señor (15) y pregunta: ¿Quién es el hombre que teme a Jehová?
(12a). Ahora para el salmista, lo más importante es crecer en la comunión
íntima con Dios. En su corazón hay un inmenso anhelo por conocerle y entender
sus planes. En lo más profundo de su ser hay un temor reverente que lo mueve a
tener a Dios en el más alto honor.
Como con el salmista,
nuestra relación con Dios se enriquecerá en la medida que: Lo honremos por lo
que él es. El es digno de confianza (2, 3, 5, 20, 21), podemos esperar lo
mejor. ¿Realmente es bueno y recto (8)? ¡Claro
que sí! Sabemos que es el Dios de nuestra salvación.
Humillémonos delante
de él. Debemos traer al trono de la gracia nuestras aflicciones y angustias, y
decirle: "Mírame y ten misericordia de mí..." (16). Pero antes,
debemos mirarnos a nosotros mismos y tomar conciencia de nuestra condición. (7,
11, 18) Valoremos lo que él nos ha concedido. El buen consejo (12), el
bienestar (13), una descendencia bendecida (13), la libertad (15), pero sobre
todo, el gozo de sufrir por Cristo (Fil. 1:29-30), son bendiciones que el Señor
nos otorga mientras caminamos con él.
APLICA. ¿Tienes al Señor en el más alto
honor? ¿Qué evidencia puedes dar de ello? ¿Estás dispuesto a humillarte
reconociendo tu necesidad de Dios? ¿Estás dispuesto a sufrir por causa de
Cristo?
ORA. Señor, grandes y maravillosas son tus obras. Justos y
verdaderos son tus caminos.
UNIÓN BÍBLICA INTERN. - (Dev. “ENCUENTRO CON DIOS”)