“Vosotros sois
mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.”
Juan 15:14 (Leer: Juan 15:12-17)
Ringo parece un perro fuerte; grande, musculoso, con pelo
grueso, ¡y pesa más de 45 kilos! Aun así, su dueño lo lleva a hogares de ancianos
y a hospitales para hacerlos sonreír.
Una vez, una niña de cuatro años lo vio y quiso
acariciarlo, pero tenía miedo de acercarse. Al final, su curiosidad superó su
temor, y pasó un rato hablándole y tocándolo. Así descubrió que, aunque era
fuerte, también era manso.
Esta combinación de cualidades me recuerda lo que dice el
Nuevo Testamento sobre Jesús: era accesible, ya que recibía a los niños (Mateo
19:13-15); fue amable con una desesperada mujer adúltera (Juan 8:1-11); y tuvo
compasión al enseñar a las multitudes (Marcos 6:34). Al mismo tiempo, su poder
era asombroso: ¡la gente miraba boquiabierta cuando Él echó demonios, calmó
tormentas y resucitó muertos! (Marcos 1:21-34; 4:35-41; Juan 11).
Nuestra manera
de ver a Jesús determina cómo nos relacionamos con Él. Si nos enfocamos solo en su poder, podemos adorarlo de
manera distante, como si fuera un superhéroe de historietas. O, si exageramos
en cuanto a su bondad, corremos el riesgo de ser irrespetuosos. Lo cierto es
que Jesús combina ambas cosas: es lo suficientemente grande como para que lo
obedezcamos y humilde como para llamarnos amigos.
Señor, gracias por ser como eres y por conocerte.
Nuestra manera de relacionarnos con Cristo muestra lo que
pensamos de Él.
(La Biblia en
un año: Hebreos 8:1-13)
JENNIFER BENSON
S. - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN
DIARIO")