“Cortaré a
aquellos adoradores que juran por Jehová y juran por Milcom” Sofonías 1:5
Estas personas se creían seguras porque estaban con ambas partes. Iban con
los seguidores de Jehová y al mismo tiempo se inclinaban a Milcom. Pero la
duplicidad es abominable a Dios, y su alma odia la hipocresía. El idólatra que
abiertamente se entrega a su dios falso, tiene un pecado menos que el que
ofrece su profano y detestable sacrificio en el templo del Señor, mientras que
su corazón está con el mundo y con sus pecados. En las cosas comunes de la vida
diaria el hombre de doblado ánimo es despreciado; pero, en religión, es
aborrecible hasta el último grado. El castigo pronunciado en este pasaje es
terrible; pero es bien merecido, pues, ¿cómo es posible que la justicia divina
perdone al pecador que conoce lo recto, lo aprueba y profesa seguirlo, y sin
embargo, ama continuamente al pecado y le entrega el dominio de su corazón?
Alma mía,
examínate esta mañana, y mira si eres culpable de esta doblez. ¿Profesas ser un
seguidor de Jesús? ¿Lo amas en verdad? ¿Es tu corazón recto para con Dios?
¿Eres de la familia del anciano Padre Honesto o eres un pariente del señor
Interés Particular? Tener nombre que vivimos vale poco, si estamos muertos en
delitos y pecados. Tener un pie en la tierra de la verdad y el otro en el mar
de la falsedad, significará una caída terrible y una ruina total. Cristo será
todo o nada. Dios llena todo el universo, de ahí que no haya lugar para otro
dios. Si él reina en mi corazón, entonces no habrá lugar para otro poder.
¿Descanso sólo en Jesús crucificado y vivo sólo por él? ¿Es mi deseo que sea
así? ¿Se esfuerza mi corazón en obrar así? Si es así, bendita sea la poderosa
gracia que me guió a la salvación; y si no es así, perdona, oh Señor, mi
terrible ofensa y une mi corazón para temer tu nombre.
CHARLES
SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)