“Cuando
aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues,
tendrá su dueño…?” Eclesiastés 5:11 (Leer:
Eclesiastés 5:10-20)
¿Cuánto es suficiente? Esta pregunta podría hacerse en
una época cuando muchos países desarrollados se dedican cada vez más a comprar
cosas. Me refiero al Viernes Negro, en la semana siguiente a la fiesta de
Acción de Gracias en Estados Unidos, cuando las tiendas abren temprano con
grandes ofertas; costumbre que se ha extendido a otros países. Algunos compran
porque tienen recursos limitados y tratan de aprovechar los precios bajos,
pero, lamentablemente, a otros los motiva la codicia, y las peleas por las
ofertas se vuelven violentas.
La sabiduría del escritor de Eclesiastés, en el Antiguo
Testamento, conocido como «el Predicador» (1:1), ofrece un antídoto para el frenesí del consumismo que enfrentamos en
las tiendas… y en nuestro corazón. Señala que quienes aman el dinero nunca
tendrán suficiente y que sus posesiones los dominarán. Sin embargo, morirán sin
nada: «Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve» (5:15)
En su carta a Timoteo, el apóstol Pablo hace eco del
Predicador cuando afirma que el amor al dinero es la raíz de todos los males, y
que debemos procurar «la piedad acompañada de contentamiento» (1ª Timoteo
6:6-10).
No busquemos llenar el vacío de nuestro corazón con
métodos perjudiciales, sino miremos al Señor para tener paz y bienestar.
Señor, tenerte a ti es suficiente.
La satisfacción verdadera no depende de nada que este
mundo ofrezca.
(La Biblia en
un año: 1ª Pedro 2:1-25)
AMY BOUCHER PYE
- (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN
DIARIO")