viernes, 30 de septiembre de 2016

YO SOY EL ALFA Y LA OMEGA 18 septiembre



YO SOY EL ALFA Y LA OMEGA



Por John Piper (Desiring God)







Apocalipsis 21:1-8 (LBLA). “Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.”“Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas. También me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo. Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

En Apocalipsis 21:6 Dios se identifica a sí mismo como el “Alfa y la Omega.” El Alfa es la primera letra del alfabeto Griego, y Omega es la ultima letra del alfabeto. En otras palabras, Dios es “el comienzo y el final.” Pero Dios no está haciendo referencia aquí a alfabetos. El habla de la realidad. Dios es absolutamente el comienzo y absolutamente el final. Todo lo que existe en última estancia se origina en El. Y todo de alguna manera u otra terminará con Él.

Isaías lo presenta de esta manera: “Así dice el SEÑOR, el Rey de Israel, y su Redentor, el SEÑOR de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios.” (44:6, LBLA). En otras palabras, puesto que todo viene de Dios y nada va a durar más que Dios, por tanto, Dios no tiene competidores finales. “¡y fuera de mi no hay Dios!” Dios tiene la primera y la última palabra en la historia. Todos los demás esfuerzos por tener la última palabra fallarán. La vasija no tiene comienzo fuera del Alfarero, y al final todo servirá los propósitos del Alfarero.


ALFA. No puedo hacer demasiado hincapié en que medites sobre la verdad asombrosa de que Dios es el Alfa absoluto. Busca un momento sereno en tu vida y permite que la verdad se apodere de ti, de que Dios es el PRIMERO-el PRINCIPIO. Antes de Él no había nada. Nunca hubo un “antes de Él.” ¡Solo piensa en eso! Por millones y billones y trillones de años sin fin Dios ha existido y nunca tuvo un comienzo. El es el comienzo. Por toda la eternidad, El es Dios (Salmos 90:2). Nunca hubo un tiempo cuando no lo fue.

Nos podemos maravillar que Dios es infinito, eterno, y sin cambio en Su justicia, sabiduría, poder, bondad y verdad. Pero cuando te detienes a pensar que Él nunca escogió ser de esta manera, ni que tampoco nadie escogió hacerlo a Él de esta manera, esto llena de asombro la mente. La justicia, sabiduría, poder, bondad y verdad de Dios son una realidad eterna. El carácter de Dios no es algo que produjo la realidad. Es la realidad. Dios no es algo que surgió de muchas posibilidades. Todo surgió de Él. Él determina todas las posibilidades. Dios no es una parte de la realidad que tratas de encajar entre otras piezas. Él es el primero y el último y la realidad que encierra todo. “Porque en Él vivimos, nos movemos, y existimos…” (Hechos 17:28).


OMEGA. Pero la verdad en la que quiero que nos enfoquemos en esta mañana es en que Dios es la Omega. Yo creo que ese es el enfoque de nuestro texto en Apocalipsis 21:6. La declaración, “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin,” viene en un pasaje que trata con el fin de la historia. Así que el enfoque especial en este texto está en Dios como la Omega de todas las cosas.

¿Que significa el que Dios sea la Omega, o el fin? Vamos a leer los versos 5-8. “Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas. También me dijo: 'Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo. Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.'”





Cómo Dios es el Fin para aquellos sedientos de Él. Este texto nos deja claro que Dios es la Omega, o el fin, en dos sentidos diferentes. Para los sedientos (dice en el versículo 6) El es el fin en el sentido de que Él será la fuente de sus vidas para siempre. Él será su Dios y ellos serán sus hijos que disfrutaran de su herencia eternamente. Él fue la fuente de su vida en la creación, y Él será la fuente de su vida en la consumación.

Para aquellos que venzan, para los sedientos, Dios no es el comienzo y el fin en la manera en que un río comienza en un manantial y termina en un océano. Un océano es abastecido y llenado con los ríos que fluyen hacia él. Dios no es abastecido o llenado por los santos sedientos que vienen a Él al final. No, para los sedientos, Dios es el principio y el fin en la manera en que una caravana del desierto comienza en un oasis y termina en un oasis. Dios es una fuente de vida al comienzo, y El es una fuente de vida al final para siempre.

Cómo Dios es el Fin para aquellos que no tienen sed de Él. Pero hay otro grupo de personas que se mencionan en el versículo 8. Estas son las personas que no tuvieron sed de Dios. Para estos, también, Dios es la Omega, pero no de la misma manera. Dios es su fin en el sentido de que al final van a encontrarse con Dios como Juez. Ellos tienen su comienzo en el oasis de vida de Dios. Después toman la ruta prohibida del sur que corre por los arroyos poco profundos de la falta de fe, lejos del estrecho sendero de Dios. Pero el final de todo camino es Dios. Y al final ellos llegan al otro lado del desierto. Y se encuentran con Dios. Pero en lugar de un oasis de vida eterna, se encuentran con un lago que arde con fuego.

La Eternalidad del Infierno. Existen muchos cristianos hoy en día, por no hablar de gente que rechaza la Cristiandad, que no creen en la eternalidad del infierno. Ellos no creen que el lago de fuego sea la omega de nadie. Algunos rechazan ese pensamiento del todo; otros dicen que es un lugar temporal de purificación. En cualquiera de los casos, ellos dicen, todas las personas serán salvas al final. Dios tiene la última palabra, y esa palabra será siempre misericordiosa para cada criatura. Omega significará, dicen ellos, misericordia para todos al final, no fuego y azufre.

Pero el versículo 8 no se echa atrás ante la terrible realidad: “Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Otros dos versículos en el Apocalipsis nos dejan bien claro que este juicio es eterno. Apocalipsis 20:10 dice, “Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”

Por si acaso pensamos que este castigo eterno es solo para el diablo y sus siervos, Apocalipsis 14:9-11 dice, “Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe una marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero. Y el humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos; y no tienen reposo, ni de día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su imagen, y cualquiera que reciba la marca de su nombre.”

El Omega sin fin para todos. Dios es un omega sin fin para cada hombre: ya sea como fuente de vida eternal o como un lagar de ira y un lago de fuego. Necesitamos recordarnos a nosotros mismos una y otra vez que nuestras vidas terminaran en Dios. Puede que parezca distante en este momento, pero Pablo les dijo a los burladores en Atenas, “… aunque no está lejos de ninguno de nosotros.” (Hechos 17:27). Él nunca esta fuera del alcance para los sedientos. Y aunque parezca algo tan lejano e irreal como el queso en la luna para los autosuficientes, al final Él será absolutamente real para cada hombre, mujer y niño(a) —gloriosamente real para los sedientos y aterradoramente real para los autosuficientes.

Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor, el principio y el final—la fuente de vida eterna para uno y un lago de fuego para otro. La vida en este mundo es algo completamente serio, porque lo que hagas de Dios aquí determinará como lo llegaras a conocer al final. Oro para que Dios nos de los ojos para ver las impresionantes alternativas al borde de la eternidad. Yo oro para que no bostecemos de aburrimiento y regresemos a la tibieza.

Aun cuando sabes que estás a salvo en la balsa con el Capitán, los relámpagos, truenos, las olas de 80 pies, las tinieblas y los vientos huracanados deberían de llenarte de un escalofriante sobrecogimiento y temblar de gratitud porque fuiste arrancado de las aguas. No es pequeña cosa el estar vivo entre el Alfa y la Omega de nuestro Creador.

La gran división. Regresemos a la imagen del desierto. Toda vida comienza con el poder creativo de Dios. Él es el Alfa. Él es el oasis al comienzo de nuestras vidas. Todos nosotros comenzamos en el mismo lugar. Pero después, tarde o temprano, llega una división. Y necesitamos saber que es esa división, porque al final todo va depender de ello. Una persona se encuentra con la Omega como una fuente de vida, y otra se encuentra con Él como un lago de fuego.

Los sedientos. Apocalipsis 21:6-7 utiliza dos palabras para describir la persona que se encontrará con Dios como una fuente de vida. En el versículo 6 dice, “Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” La primera característica de la persona que se encontrara con Dios como una fuente en lugar de un fuego es que tiene sed.

Apocalipsis 22:17 es una hermosa invitación para los sedientos: “Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida.” Así que cuando Dios dice que dará el agua de la fuente de la vida a los sedientos, está diciendo que se la dará a aquellos que la desean—a los que tienen gusto por ella, que la anhelan y que se han apartado de las bebidas para el alma del mundo.

Cuando Dios dice que la sed es una condición para la salvación, no quiere decir que todos los que quieren evitar el infierno y vivir para siempre serán salvos. Porque todos quieren eso. Todos están sedientos en ese sentido. Lo que Dios quiere decir es que todos aquellos cuya sed espiritual sea en verdad por Dios, y no sed por la adoración, el poder y los placeres de este mundo serán salvos. Aquellas personas cuya sed los ha llevado a apartarse de los arroyos poco profundos del pecado hacia los profundos oasis al otro extremo del desierto—estos son a los que Dios les dará de beber del agua de la vida para siempre.

Los vencedores. La otra palabra en el versículo 7 que describe a la persona que se encontrara con Dios como una fuente y no como un fuego es la palabra vencer. “El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo.” La palabra “vencer” se usa como una docena de veces en el Apocalipsis para referirse a la victoria de los santos que los trae dentro de las bendiciones de vida eterna.
Por ejemplo, en 2:10–11 (LBLA), Jesús le dice a la iglesia de Esmirna, “ Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida…El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.” Recuerden que según el texto en el 21:8 la segunda muerte es el lago de fuego. Así que este texto en el 2:11 dice lo mismo: si vencemos, no seremos lastimados por él. Y el vencer se define para nosotros como el ser fiel hasta la muerte: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” El vencer significa obtener victoria sobre las fuerzas que nos tientan a no serle fiel a Cristo. (Ver también 2:26 y 12:11)

La sed vencedora. Si juntamos la condición de sed y la condición de vencedor, lo que obtenemos es algo así: Se está dando una batalla en cada uno de nosotros. La lucha es entre estar sediento por Dios y estar sediento por cualquier otra cosa. Si nuestra alma tiene sed por Dios de la manera en que un venado jadea por los arroyos que fluyen, si hemos probado suficientemente de la belleza, amor y poder de Cristo que olvidamos las cosas que han quedado atrás y lo seguimos a El, si negamos nuestra sed terrenal y tomamos nuestra cruz y sentimos sed de Cristo, entonces Dios se nos presentara al otro lado del desierto como una fuente de vida que todo satisface para siempre.
En otras palabras, si vencemos a todos los competidores por nuestra sed y nos satisfacemos con Cristo, ganaremos la herencia de vida eterna. La sed por Cristo debe vencer a la sed por el mundo y todo lo que ofrece.

Todos aquellos que no vencieron la sed por el mundo. La gente que se encontrará con Dios al otro lado del desierto como un lago de fuego en lugar de una fuente de vida serán aquellos que no conquistaron la sed por el mundo. Para ellos, Cristo les apetece lo mismo que el aceite de ricino. A algunos les supo insípido. A otros les supo amargo. Pero el mundo, oh si el mundo, a ese sí le encontraron sabor. Y así, debido al cáncer de terquedad en su lengua espiritual no encontraron satisfacción en Cristo.

¿Pero en qué? Ve el versículo 8. Dios los llama cobardes e incrédulos. Allá en 2:10-11 Jesús le dijo a la iglesia, “'No temas lo que estás por sufrir…Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” ¡No sean cobardes, tengan fe! Satisfagan su sed por la vida, seguridad y alegría en mí. No se rindan a la sed por la vida mundana, seguridad y autosuficiencia.

Pero la gente en 21:8 no prestó atención a la advertencia de Jesús en 2:10-11. Ellos fueron cobardes e incrédulos. La sed por este mundo venció la sed por Cristo, y por lo tanto su suerte será en el lago que arde con fuego.

Después Dios prosigue a describir a algunos de ellos como abominables, es decir, aquellos que tuvieron sed por cosas ocultas e indecentes. Asesinos: aquellos que tenían sed de venganza, o de la conveniencia de quitar a alguien del camino que les estorbaba. Fornicarios: aquellos que tuvieron sed de placeres sexuales en maneras que están prohibidas por Cristo. Hechiceros: Aquellos que tuvieron sed de poderes mágicos y de las “cosas profundas de Satanás” (Apocalipsis 2:24). Idolatras: aquellos que tuvieron sed por dioses que pudieran manejar en lugar de un Dios que dice, “Yo soy el Alfa y la Omega.” Y todos los mentirosos: Aquellos que tuvieron sed, no del futuro que Dios les traerá a través de la integridad de la fe, sino por el futuro que ellos pudiesen crear a través de todo tipo de engaño.

En otras palabras, la gente que se encontrarán con Dios como un terrible lago de fuego en lugar de una fuente de vida son aquellos que no “vencieron” estas sedes por lo mundano. Si alguna vez sintieron alguna sed por Cristo, fue absorbida por el amor a este mundo. Dios no le dará la preciosa agua de la fuente de la vida a aquellos que nunca desarrollaron una sed vencedora por Él. Si es que hay tan siquiera algo de sed por Cristo en ti, te exhorto con fervor a que la avives. Bienaventurados son los sedientos, porque solo ellos serán satisfechos.


Creando e incrementando una sed por Dios.

Por tanto, terminaré este sermón intentando crear en algunos, e incrementar en otros una sed por Dios.


1. Agua sin precio para los sedientos. Tome nota que en el versículo 6 el agua de vida que da Dios es gratuita: “Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” Debes tener sed para obtenerla, pero la sed jamás ha sido considerada un precio o un valor por nadie. Nadie puede comprar ni vender con la divisa de la sed. La sed no es una obra. Es simplemente otra manera de describir la fe. Una sensación de vacío que busca a Cristo para ser llenada.
Cuando una persona cruza un desierto y llega jadeando al lejano oasis, y escucha las palabras, “A los sedientos les daré agua,”—nadie en esa situación le dice al dueño del oasis, “Eres un negociador astuto.” Él no está negociando. Él no lo está haciendo difícil. Es gratis para los sedientos. A Dios le encanta satisfacer a los sedientos que vienen a Él por el agua de vida. “Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”


2. Tú eventual encuentro con Dios. Recuerda que el que ofrece el agua es llamado Alfa y Omega, el comienzo y el final. Eso significa que si tratas de satisfacer la sed de tu alma en cualquier otro lugar que no sea en Dios, finalmente te encontraras con Dios y tendrás que darle cuentas a Él por el insulto infinito de preferir los arroyos del pecado a las aguas de vida. Es un pecado infinito el rechazar al infinitamente valioso Dios como si hubiera algo más satisfactorio.


3. El beneficio de ser un Hijo de Dios. Note que en el versículo 7 el agua de vida es lo misma que la recompensa de la condición de hijo o adopción. “El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo.” El ser un hijo de Dios es un beneficio al que nada en el mundo se le puede comparar. Significa que te conviertes en heredero de todo lo que le pertenece a Dios. Todo lo que es de Dios estará a tu disposición. Toda la creación te servirá. Nada que sea bueno le negara Dios a aquellos que tienen sed por Él y por lo tanto así demuestran ser sus hijos.

Así como el padre en la parábola del hijo prodigo, Dios nos dará la bienvenida a casa, a su oasis eternal, con un fuerte abrazo y un beso; nos pondrá un anillo en el dedo y un manto en la espalda y calzado sobre nuestros pies; preparara el bistec más tierno y nos sentara en un banquete que nunca tendrá final. ¡Todo esto sólo por tener sed!


4. Cuando Dios enjugará toda lagrima. Reflexione en la infinitamente dulce verdad del versículo 4. “El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.”
El que es Alfa y Omega, Dios el Todopoderoso, se ha comprometido a quitar todo dolor y toda amenaza de muerte y todo lo que te hace llorar. Todas las causas de depresión, ansiedad y culpabilidad, y todos los obstáculos a la alegría, al asombro y al poder deleitarse como un niño desaparecerán. Y en su lugar pondrá una alegría sin fin que sobrepasara las vacaciones más felices que jamás hayas tenido. Y todo solo por haber tenido sed.


5. La Luz en la Nueva Jerusalén. Finalmente medita en el cuadro de la Nueva Jerusalén en los versículos 22-23. “Y no vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.”

Dios es realmente el Alfa y la Omega, el principio y el fin. En el principio El dijo, “Hágase la luz.” Y por miles de años el sol ha salido cada día, para darnos sed por la Luz detrás de la luz. Y al final de todo Dios va a satisfacer esa sed al darnos una experiencia de su propia hermosura brillante que está más allá de toda descripción.
Como dice Isaías, “Ya el sol no será para ti luz del día, ni el resplandor de la luna te alumbrará; sino que tendrás al SEÑOR por luz eterna, y a tu Dios por tu gloria. Nunca más se pondrá tu sol, ni menguará tu luna; porque tendrás al SEÑOR por luz eterna, y se habrán acabado los días de tu luto.” (60:19-20, LBLA)


Al final de cada sendero esta Dios. Te vas a encontrar con El cómo luz y vida, o como fuego y tormento. “A los sedientos les dará de tomar gratuitamente de la fuente de agua de vida.”

Así que dice El Espíritu,…“Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida.” (Apocalipsis 22:17, LBLA).












TRADUCCIÓN