INTRODUCCIÓN A LAS DEVOCIONES DE SEPTIEMBRE
Romanos 1-9: De la culpa a la gloria
No conozco ninguna otra
carta que sea más fundamental que la carta a los Romanos. Es sin duda la mejor
carta de Pablo y la que tiene más amplio alcance. Es la que tiene mayor
propósito y es la más penetrante en su conocimiento al entendimiento de la
verdad; por lo tanto, es uno de los libros del Nuevo Testamento con el que cada
cristiano debería estar profundamente familiarizado. Si no has dominado el
libro de Romanos y si no eres capaz de pensar por medio de este libro sin una
Biblia enfrente de ti, entonces te ruego que te lo pongas de meta.
Domina el libro de
Romanos; conócelo tan a fondo que puedas hacer un resumen de él y pensar en sus
grandes temas sin tener una Biblia enfrente de ti. Eso requiere leerlo y
estudiarlo y pensar sobre ello con mucho cuidado y en detalle. Podemos decir con seguridad que Romanos es
el documento humano más poderoso que jamás se haya escrito.
No puedo evitar pensar
en los grandes documentos de nuestra historia americana, tales como una de las
copias originales de la Constitución y la copia de Thomas Jefferson de la
Declaración de independencia. Damos valor a estos grandes documentos. En muchas
maneras, nuestras libertades descansan sobre ellos y, como americanos,
correctamente los honramos y respetamos. Pero incluso esos grandes documentos
de las libertades humanas no pueden compararse con el efecto y el impacto que
la epístola a los romanos ha tenido sobre la historia humana.
La carta de Pablo a los
romanos fue escrita sobre el año 56-58 d.C., alrededor de la mitad del primer
siglo, cuando el apóstol estaba en Corinto en su tercer viaje misionero. Al
leer esta carta, puedes echar vistazos a las condiciones que había en la ciudad
griega de Corinto. Corinto estaba localizada en la intersección de la ruta de
comercio del imperio. Era una de las
ciudades notoriamente malvadas en el mundo romano, y mucho del ambiente
está caracterizado aquí en la carta a los romanos.
Esta carta fue escrita
sólo como unos 30 años después de la crucifixión y resurrección del Señor
Jesús. La memoria de la cruz estaba todavía bruscamente grabada en las mentes
de los cristianos a través de todo el imperio romano. Esta carta les fue
mandada para enseñarles e instruirles y traerles a la memoria el significado de
estos fantásticos acontecimientos que tanto les había sorprendido y maravillado
en ese primer siglo.
“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol,
apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus
profetas en las santas Escrituras: evangelio que se refiere a su Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado
Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de
entre los muertos.” Romanos 1:1-4 (Lea: Romanos 1:1-7)
En el meollo del
argumento de Pablo hay una persona: Jesucristo, nuestro Señor. Eso,
ciertamente, es el tema de la epístola a los romanos, como lo es el tema de
todos los escritos de Pablo y todo el Nuevo Testamento. La unión en Cristo es
la verdad central que Dios quiere que veamos. Como Pablo mismo escribió en la
carta a los colosenses: “Cristo en vosotros, esperanza de gloria” (Colosenses
1:27b). Esa es la gran verdad de la cual las demás fluyen.
A veces los maestros de
la Biblia identifican ciertos grandes énfasis que vienen de la verdad como
siendo la verdad central. Por ejemplo, enfatizan la justificación por fe, o la
santificación, eso es, solucionando los problemas del pecado. Pero estos temas
todos tienen su raíz en el gran tema central: la unión con Cristo. No somos
simplemente seguidores de una filosofía, o ni siquiera de un filósofo, sino de
un Salvador, un Redentor, una Persona, y Él debe de ser central en todas las
cosas.
En su introducción,
Pablo muestra que el Señor nos fue prometido; vino como fue predicho en el
Antiguo Testamento. El evangelio fue prometido de antemano por medio de “sus
profetas en las santas Escrituras: evangelio que se refiere a su Hijo”. Una de
las cosas más importantes que podemos aprender sobre nuestra fe es que nos viene por medio de la anticipación y la
predicción de siglos de enseñanza y predicación.
Cuando viene, es
presentado de dos formas singulares: Primero, en cuanto a su naturaleza humana,
el apóstol dice que era descendiente de David. El griego de hecho dice que
viene del mismo esperma de David, enfatizando Su intensa humanidad. Todos
vinimos así, y Jesús vino de la misma forma.
Segundo, es la deidad
de Aquel que “fue declarado Hijo de Dios con poder”. Ahí Pablo comienza con la
frase, “el Hijo de Dios”, que inequívocamente declara la deidad de nuestro
Señor. Hay tres cosas que marcaban la deidad de Jesús: Primero, había poder;
vino por poder. Esta es una referencia a los milagros que hizo. Segundo, vino
por el poder de santidad. Siempre he estado preocupado por su santidad porque
encuentro que esto es algo que la gente malentiende tanto. Pensamos en ello
como algo que es malo, pero el significado puede ser recapturado para nosotros
si utilizamos un término similar que viene de la misma raíz, la palabra
integridad. Pablo está diciendo que cuando Jesús vino, era una persona íntegra.
Demostró una humanidad íntegra, la humanidad como debía de haber sido. Es así
como somos llamados a vivir. La gloria
de las buenas nuevas es que la meta que Dios tiene para nosotros es hacernos
íntegros, para que podamos caminar por medio de las presiones y la
agitación y las tragedias de este mundo y ser capaces de manejarlas: personas
íntegras, personas santas. Esa integridad es lo que Jesús demostró.
La tercera gran marca
de la deidad de Jesús fue la resurrección; su deidad fue confirmada “por su
resurrección de entre los muertos”. Es ahí donde al final descansa nuestra fe.
Podemos tener confianza que Dios nos ha dicho la verdad por el firme hecho de
que levantó a Jesús de entre los muertos. Nadie puede eliminar ese hecho de los
anales de la historia. Ocurrió; nuestra fe descansa en ello, y en cualquier
momento en el que cualquier persona te persigue y trata de conmover tu fe,
pídele que te explique la resurrección. Pregúntale qué hace con ella, porque no
puede ofrecer excusas. Es un hecho firme por medio del cual Dios ha entrado en
nuestro tiempo, y el relato completo descansa sobre ese gran hecho.
ORACIÓN. Gracias, Padre, por
mandarme a Tu Hijo y por darme el júbilo de conocerle y de ver Su vida
manifestada por medio de mí.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. ¿Cuál es el tema central del libro
de Romanos? ¿Cuáles son tres poderosas pruebas de la deidad de Cristo? ¿Es el
Señor Jesucristo y nuestra unión con Él el tema central de nuestra vida y de
nuestro testimonio verbal?
RAY STEADMAN - (Dev. "EL PODER DE SU PRESENCIA")