“… sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego…” Filipenses 4:6 (Leer: Isaías 37:9-22-33)
¿Qué haces con tus preocupaciones? ¿Las internalizas o
las envías hacia arriba?
Cuando el brutal rey asirio Senaquerib se preparaba para
destruir Jerusalén, envió un mensaje al rey Ezequías, diciendo que Judá no
sería diferente de todas las otras naciones que él había conquistado. Ezequías
llevó este mensaje al templo en Jerusalén y «lo extendió delante del Señor»
(Isaías 37:14). Luego, oró y pidió la ayuda del Dios Todopoderoso.
Poco después, el profeta Isaías dio a Ezequías este
mensaje del Señor: «Así dice el Señor, Dios de Israel en cuanto a tus ruegos
acerca de Senaquerib» (Isaías 37:21-22 RVC). La Biblia nos dice que la oración
de Ezequías fue contestada esa misma noche. Dios intervino milagrosamente y venció a las fuerzas enemigas fuera de
las puertas de la ciudad. El ejército asirio ni siquiera «[lanzó] una sola
flecha» (v. 33 RVC). Senaquerib dejaría Jerusalén, para no volver jamás.
Cinco palabras en el mensaje de Dios a Ezequías —"Por cuanto
me has rogado"— nos enseñan adónde debemos ir con nuestras preocupaciones.
Puesto que Ezequías se volvió a Dios, se salvó a sí mismo y a su pueblo.
¡Cuando convertimos nuestras preocupaciones en oración, descubrimos que Dios es
fiel de formas inesperadas!
Señor, ayúdame a convertir mis preocupaciones en
oraciones.
«La oración mueve la mano que hace girar el mundo». —E.
M. Bounds
(La Biblia en
un año: 1ª Corintios 12:1-31)
JB - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")