“Porque donde
está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Lucas 12:34
(Leer: Lucas 12:22-34)
En el funeral del padre de una amiga mía, alguien le
dijo: «Hasta que conocí a tu papá, no había visto a una persona que disfrutara
tanto de ayudar a los demás». Cuando murió, dejó un legado de amor. En cambio,
una tía de mi amiga consideraba sus posesiones como su legado, y pasó sus
últimos años preocupada por quién protegería sus reliquias familiares y sus
raros libros.
Con su enseñanza y su ejemplo, Jesús advirtió a sus
seguidores de que no acumularan cosas, sino que dieran a los pobres y que
valoraran lo que no envejecerá ni destruirá la polilla: «Porque donde está
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Lucas 12:34).
Podemos pensar que nuestras posesiones dan sentido a
nuestra vida. Sin embargo, cuando el aparato más moderno se daña o perdemos
algo valioso, nos damos cuenta de que lo
que satisface y perdura es nuestra relación con el Señor. El amor a los
demás y nuestro interés en ellos es lo que no se marchita ni se desvanece.
Pidamos al Señor que nos ayude a ver con claridad qué
valoramos, nos muestre dónde está puesto nuestro corazón y nos ayude a buscar
su reino por encima de todo (12:31).
¿Qué cosas valoras? Lee la historia sobre el maná en el
desierto en Éxodo 16. Piensa en cómo se relaciona esta historia con las
palabras de Jesús a las multitudes en Lucas 12.
Lo que valoramos revela el estado de nuestro corazón.
(La Biblia en
un año: Gálatas 6:1-18)
AMY BOUCHER PYE
- (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN
DIARIO")