miércoles, 28 de septiembre de 2016

Lecturas 28 septiembre





“Desde los cielos miró Jehová; vio a todos los hijos de los hombres.”  Salmo 33:13


Quizá ninguna otra figura de dicción represente a Dios desde un punto de vista más grato que aquella que lo representa como bajándose de su trono y descendiendo del cielo para atender las necesidades de la humanidad y ver sus gemidos. Nosotros amamos a aquel que, cuando Sodoma y Gomorra estaban llenas de iniquidad, no quiso destruirlas hasta que las visitó personalmente. Nosotros, en demostración de afecto, no podemos por menos que derramar nuestros corazones delante del Señor, que inclina su oído desde la magnífica gloria y lo pone en los labios del agonizante pecador, cuyo débil corazón ansía ser reconciliado. ¿Qué otra cosa podemos hacer sino amarlo cuando sabemos que él cuenta todos nuestros cabellos, marca nuestra senda y ordena nuestro corazón, cuando recordamos cuán solícito es él, no sólo para con los intereses materiales de sus criaturas, sino también para con los espirituales.

Aunque median leguas de distancia entre la finita criatura y el infinito Creador, hay, sin embargo, eslabones que los unen. Cuando de tus ojos cae una lágrima, no pienses que Dios no la mira, porque “como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen”. Tu suspiro puede conmover el corazón del Señor. Tu murmullo puede inclinar hacia ti su oído. Tu oración puede detener su mano; tu fe puede mover su brazo. No pienses que Dios está sentado en las alturas, sin cuidar de ti. Recuerda que, aunque seas pobre y necesitado, sin embargo, Dios piensa en ti. “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen corazón perfecto para con él”.

En el afán y en el dolor,
Dios cuidará de ti;
En el peligro, tu Señor,
Sí, cuidará de ti.



CHARLES SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)









TRADUCCIÓN