“Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y
en seguida le hablaron de ella.” Marcos
1:30
Muy interesante
es esta breve visita a la casa del apóstol pescador. Vemos enseguida que los
goces y las ansiedades familiares no son un obstáculo para que se ejerza
plenamente el ministerio. Más aun, esas circunstancias, ya que dan una
oportunidad para testificar personalmente de la bondadosa obra del Señor a
favor de la propia carne y sangre de uno, pueden también instruir al que hace
de maestro mejor que cualquiera otra disciplina terrenal. Los papistas y otros
sectarios desacreditan el matrimonio, pero el verdadero Cristianismo y la vida
familiar andan muy de acuerdo. La casa de Pedro era probablemente la choza de
un pobre pescador, pero el Señor de gloria entró en ella, se alojó en ella, y
en ella obra un milagro. Si este librito fuere leído esta mañana en alguna
choza humilde, que este versículo sirva para que sus habitantes se animen a
buscar la compañía del Rey Jesús. Dios
está más a menudo en las despreciables chozas que en los lujosos palacios.
Jesús está ahora mirando alrededor de tu pieza, y está pronto para darte su
bendición.
En la casa de
Simón entró una enfermedad, la fiebre había postrado mortalmente a su suegra, y
en cuanto Jesús llegó, le hablaron de la triste aflicción, y él se acercó al
lecho del paciente. ¿Tienes alguna enfermedad en tu casa esta mañana? Hallarás
en Jesús el mejor médico; ve a él enseguida y cuéntale todo el asunto. Pon
inmediatamente tu caso delante de él, y como ese es un asunto que interesa a
uno de los suyos, lo tratará con diligencia. Observa que Jesús sanó a la
enferma enseguida. Ninguno puede sanar como él. No podemos asegurar que el
Señor quitará toda enfermedad de aquellos que amamos, pero podemos saber que es
más probable que la sanidad sea el resultado de la oración de fe, que de
cualquier otra cosa del mundo. Y en los casos donde esta no trae el resultado
apetecido, tenemos que acatar sumisos su voluntad.
CHARLES SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)