El rey David
era conocido por ser un hombre que confiaba plenamente en Dios. Él declaró el
tema de su propia vida cuando escribió:
“Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en
él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi
cántico le alabaré.” (Salmos 28:7).
Estos no son
sólo palabras de David. La Escritura registra evento tras evento en la vida de
David cuando él mostró una gran fe en situaciones imposibles.
GRANDES PROEZAS.
David hizo
grandes cosas a través de la fe en Dios:
* El mató a un león y un oso con sus
propias manos.
* El mató al gigante filisteo Goliat.
* Se escapó de los intentos de Saúl de
matarlo.
* Ganó grandes victorias sobre todos sus
enemigos.
Más tarde, por
la fe y el arrepentimiento, David fue restaurado en el trono después de que su
hijo Absalón tratara de matarlo.
En todas estas
cosas, David se glorió en el Señor:
“¡Cuán grande
es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los
que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!” (Salmos 31:19).
¡No es de extrañar que la Escritura llama a David,
un hombre conforme al corazón de Dios!
También sabemos
por las Escrituras que este hombre bendecido fue vencido por la tentación y
pasó varios días, semanas, meses en dolor angustiador por sus fracasos y
pruebas. David también sufrió ataques severos de depresión; de hecho, él
escribe de su intensa soledad y de llorar hasta quedarse dormido muchas noches.
A veces, en su vida, era tan atormentado y afligido que pidió la muerte.
Sin embargo, a
través de esos años de aflicciones intensificadas, David nunca perdió la fe.
Pocas personas en la Escritura fueron probadas y comprobadas como David lo fue.
Pero él salió de todo ello con una fe cada vez mayor.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)