martes, 16 de agosto de 2016

No temas (1) 16 agosto





“¿Por qué tenéis tanto miedo?…” (Marcos 4:40 CST)


Fijémonos cómo los discípulos reaccionaron ante la tempestad del mar de Galilea y veamos si reconocemos algunas de esas características en nosotros:


1) El temor nos hace dudar del cuidado de Dios. Los discípulos le preguntaron a Jesús: “…¿No te importa que perezcamos?” (Marcos 4:38). No inquirieron acerca de Su fuerza: ‘¿Puedes aplacar la tormenta?’, ni de Su conocimiento: ‘¿Te das cuenta de que hay una tormenta?’, ni de Sus capacidades: ‘¿Tienes experiencia en aplacar tempestades?’ En su lugar, expresaron dudas acerca de Su carácter: ‘¿No te importa?’ Si no lo detienes, el temor minará tu confianza en el amor de Dios y te hará olvidar Su fidelidad.

2) El temor nos lleva a buscar el control de algo. Jesús estaba dormido, así que los discípulos lo despertaron y le dijeron ‘¡Venga, haz algo, rápido!’ El temor se produce cuando pensamos que hemos perdido el control. Al sentirnos atemorizados nos agarramos a algún aspecto de la vida que podemos manejar —la dieta, el trabajo, la limpieza de nuestra casa o en muchos casos las personas—. Cuanto más inseguros nos sentimos, más controladores solemos volvernos.

3) El temor nos hace olvidar. Leemos en la Biblia: “…Le llevaron muchos endemoniados, y con la palabra echó fuera a los demonios y sanó a todos los enfermos” (Mateo 8:16). ¡Excelente currículum el de Jesús! Pero el miedo nos causa amnesia espiritual, nos hace olvidar lo que Jesús ya ha hecho y lo bueno que ha sido con nosotros. ¿Cuál fue Su reacción? “¿Por qué tenéis tanto miedo?…” (Marcos 4:40 CST) La fe no elimina el temor pero lo silencia, le roba su fuerza y nos acerca a Dios. Al ejercitarla las cosas empiezan a mejorar.


BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA HOY")







TRADUCCIÓN