“…dejemos de juzgarnos unos a otros…” (Romanos 14:13 CST)
Puedes ayudar a
la persona que tiene una aventura extramarital y orar con ella sin haber pasado
tú por lo mismo. Recuerda que eras pecador antes de ser salvado por la gracia
de Dios, así que actúa con humildad y no caigas en la trampa de creerte mejor
que los demás. Mery Rosell afirmó: “Dios relega la ofensa al olvido
permanente”, así que muestra gracia cuando te encuentres con personas cuyo
estilo de vida te incomoda. Interésate por sus cosas y haz que tu relación con
ellas sea sin ideas preconcebidas o prejuicios. Míralos como individuos
lastimados, amados por Dios, como gente que necesita la misma gracia que tú
recibiste. Cuando amas a aquellos que no son fáciles de amar, haces lo que Dios
hizo por ti. El hecho de que alguien sea diferente no significa que tengas que
desecharlo o considerarlo inferior. Tú
no quisieras ser juzgado o menospreciado por razón de tu color, cultura o
apariencia, así que no lo hagas tú con otros.
Puesto que la
Biblia deja claro que no debemos imitar a quienes tienen costumbres pecaminosas
podemos pensar que somos mejores que ellos. Ese es el pecado de orgullo. A
veces creemos que amar y aceptar a ciertas personas equivale a aprobar su
pecado. Nuestra tarea es ser respetuosos y aceptarlas como lo hizo Jesús. En su
caso, unas veces fueron diferencias raciales (los samaritanos), otras, diferencias
de estilo de vida (la mujer en el pozo que se había divorciado cinco veces) o
diferencias de clase (Nicodemo). Jesús amó y aceptó a todos tal y como eran,
aunque al mismo tiempo los inspiró a superarse y a enderezar su vida.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")