“Cuando Él venga para ser glorificado en
sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído;
porque nuestro testimonio ha sido creído por vosotros.” 2ª Tesalon 1:10
La enseñanza de
que Dios exalta su propia gloria y busca ser alabado por su pueblo es de
tropiezo para algunos porque la Biblia nos enseña a no ser así. Por ejemplo, la
Biblia dice que el amor «no busca lo suyo» (1ª Corintios 13:5).
¿Cómo puede
Dios ser amoroso y al mismo tiempo tener una devoción absoluta en la búsqueda
de su propia gloria, alabanza y gozo? ¿Cómo puede Dios estar a nuestro favor si
lo consume el deseo de actuar a su propio favor?
La respuesta
que propongo es la siguiente: como Dios es el único Ser con gloria absoluta y
total autosuficiencia, él debe actuar a su favor para actuar a nuestro favor.
Las reglas de la humildad a las que se atiene una criatura no se pueden aplicar
del mismo modo a su Creador.
Si Dios
apartara la mirada de sí mismo como la Fuente del gozo infinito, dejaría de ser
Dios. Estaría negando el infinito valor de su propia gloria. Estaría dándonos a entender que hay algo
más valioso fuera de sí mismo. Estaría cayendo en la idolatría.
Esto no sería
ganancia para nosotros, porque ¿a quién iríamos si nuestro Dios dejara de ser
justo? ¿Adónde encontraríamos, en todo el universo, una Roca de integridad
cuando Dios ha dejado de valorar supremamente aquello que es supremamente
valioso? ¿Adónde acudiríamos en nuestra adoración si Dios mismo renunciara a su
posición de infinito valor y belleza?
No, no es
posible convertir la exaltación de Dios en sí mismo en amor demandando que Dios
deje de ser Dios.
Al contrario,
debemos observar que Dios es amor precisamente por su búsqueda incesante de la
alabanza de su nombre en los corazones de su pueblo.
JOHN PIPER - (Devocional tomado del libro “DESEANDO A DIOS”)