¡DAME ESCOCIA O MORIRÉ!
Por Burk Parsons
Quizás más que cualquier otra cosa, John Knox es conocido por su
oración: “Dame Escocia o moriré.” La oración de Knox no era una demanda
arrogante, sino una súplica apasionada de un hombre dispuesto a morir por la
causa de la predicación pura de la
Evangelio y la salvación de sus compatriotas. La grandeza de
Knox estaba en su humilde dependencia de nuestro Dios soberano para salvar a Su
pueblo, revivir una nación, y la reforma de Su iglesia. Como se desprende de su
predicación y oración, Knox no creía ni en el poder de su predicación ni en el
poder de su oración, sino en el poder del evangelio y el poder de Dios, que
soberanamente ordenaba la predicación y la oración como medio secundario en la
salvación de Su pueblo.
Aunque Knox había sido encarcelado y esclavizado, y aunque él estaba a
menudo enfermo y bajo amenaza de persecución, él constantemente vivió su
teología, en la creencia de que “un hombre con Dios siempre está en la
mayoría.” Por lo tanto, las oraciones de
un hombre escuchadas ante el trono de Dios eran una amenaza para el trono de
Escocia. Durante la época del siglo XVI de la Reforma escocesa, el
ministerio de predicación y oración de Knox eran tan bien conocidos que la María Católica
Romana, reina de Escocia, tenía fama de haber dicho: “Temo más las oraciones de
John Knox que a todos los ejércitos reunidos de Europa.”
Por encima de todo, Knox era un pastor comprometido y hombre de iglesia,
cuyo ministerio sirvió como brújula para numerosos pastores de toda Escocia. El
compromiso inquebrantable de Knox a la predicación pura del evangelio era una
luz brillante y resplandeciente en medio de la oscuridad en una nación llena de
compromiso doctrinal y eclesial. Él revitalizó los pastores de Dios en toda la
nación, lo que, a su vez, reformó la iglesia y, por lo tanto, en la providencia
de Dios, revivió el país. En particular, lo que inspiró a los pastores tal vez
más que cualquier otra característica de Knox era que no temía a los hombres,
porque temía a Dios, era un hombre dispuesto a ofender a los hombres, porque no
estaba dispuesto a ofender a Dios.
John Knox predicó y oró a fin de que Dios rescatara a Escocia
precisamente porque él se aferraba a la promesa y la oración de Jesús de salvar
a Su pueblo de toda tribu, lengua y nación. No debe ser ninguna sorpresa para
nosotros entonces que cuando Knox estaba a punto de morir, le pidió a su mujer
que le leyera la
Oración Sacerdotal en Juan 17 que nuestro Señor Jesús oró la
noche antes de ir a la cruz. Knox llama este pasaje "mi primera
ancla." Porque en verdad, Cristo es
el capitán de nuestra alma y la oración de Cristo es el ancla y la única
esperanza de las naciones. Por lo tanto, a la luz de tan gran ejemplo del
poder de Dios obrando a través de un hombre, vayamos cada uno de nosotros a
orar con la misma pasión por nuestra nación y todas las naciones -como Knox oró
por Escocia-.