“El necio da rienda suelta a toda su ira, pero el
sabio ... la apacigua.” Proverbios 29:11
La sinceridad y
el diálogo son la base sobre la que se construye una relación saludable,
especialmente en el matrimonio. Sin embargo, toda buena idea puede ser usada
equivocadamente. Por ejemplo, un hombre sería sincero si le dijera a su esposa
que no le gusta mucho cómo cocina. También sería sincera una mujer si le
expresase a su marido cuánto le molestan sus defectos; pero la sinceridad que
no tiene como fin beneficiar a la otra persona resulta cruel y es una forma de
egoísmo, sobre todo si el otro no puede hacer nada para remediarlo. Hay parejas
que con el deseo de compartir todo lo que piensan y opinan apagan la chispa del
romance que una vez los unió. Con ello destruyen toda la magia y acaban con el
encanto romántico que los atrajo al principio.
Tu cónyuge es la persona con la que elegiste
casarte, y si no fuiste sabio al elegir no te quejes cuando no te gusten los
resultados. Pedro escribió: “[Seguid] demostrando profundo amor
unos a otros, porque el amor cubre gran cantidad de pecados” (1ª Pedro 4:8
NTV). Pablo escribió: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni
fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su
manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se
alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor
nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se
mantiene firme en toda circunstancia” (1ª Corintios 13:4-7 NTV). Si pones en
práctica estas virtudes, tendrás garantizado un matrimonio feliz.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")