“Miráis las cosas según la apariencia.” 2 corintios
10:7
Pablo deja
claro que hay cualidades que todavía no hemos descubierto o discernido en las
personas que nos rodean. La mayoría de nuestras conclusiones se basan en
información limitada y a menudo imperfecta. Dios vio cualidades en David que su
propia familia no reconocía. Para ellos era simplemente un pastorcillo. De
hecho, cuando apareció en el frente de batalla y se ofreció para luchar contra
Goliat, su hermano mayor Eliab le pidió que se volviera a casa y que se ocupara
de sus tareas. Pero unas horas más tarde David mató a Goliat y su nombre se hizo
famoso en Israel. Los hermanos de José se ofendieron por el sueño que Dios le
había dado y por gozar del favor de su padre. No obstante, llegó a ser primer
ministro de Egipto y acabó cuidando de toda su familia durante una época de
hambruna.
Lo que se puede aprender de todo esto es que
debemos tener cuidado con cómo tratamos a las personas que nos irritan. Aprendamos a
pasar por alto las apariencias. ¿Te acuerdas de Rut, una campesina que recogía
cebada y que acabó convirtiéndose en la esposa del jefe? Quizá un día alguien
así te firme la nómina, así que bendícela y trátala bien. Y aprende a ver más
allá de la distracción de la belleza. Acuérdate de Ester y del necio Amán,
quien menospreció a la hermosa muchacha que se sentaba junto al rey. Ella sabía
algo que él desconocía: tenía acceso divino a la información que salvaría a su
pueblo y ocasionaría el final de Amán. Sólo fue cuestión de tiempo. Conclusión:
Nunca sabes plenamente lo que sucede en la mente de los demás, así que no te
apresures a desecharlos. Míralos bien otra vez.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")