“… con nosotros
está el Señor; no los temáis.” Números
14:9 (Leer: Números 14:1-9)
Cuando era niño, mi papá nos «asustaba» escondiéndose
detrás de un arbusto y rugiendo como un león. Aunque en aquella época vivíamos
en la zona rural de Ghana, era casi imposible que un león se acercara a la
casa. Con mi hermano, nos reíamos y corríamos hacia el ruido, felices de poder
jugar con papá.
Un día, una amiga vino a visitarnos. Mientras jugábamos,
oímos el conocido rugido. Pero ella, asustada, gritó y salió corriendo. Lo
cómico fue que, aunque nosotros sabíamos que el «peligro» era un león
imaginario, salimos corriendo con ella. Mi papá se sintió muy mal, y nosotros
aprendimos que el pánico de los demás no debe afectarnos.
Josué y Caleb
son un ejemplo de personas que no se inmutaron ante el pánico de otros. Cuando Moisés los envió a reconocer la tierra
prometida, los otros diez espías solo vieron los obstáculos y desanimaron a
toda la nación (Números 13:27-33). Aunque el pánico comenzó a afectarlos
(14:1-4), solo Josué y Caleb evaluaron correctamente la situación (vv. 6-9)
porque confiaban en su Padre Dios.
Algunos «leones» son un verdadero peligro; otros son
imaginarios. De todos modos, como seguidores de Cristo, nuestra confianza está
en Aquel cuya voz y obras conocemos.
Señor, ayúdanos a diferenciar los peligros y las
amenazas, y que la fe quite nuestros miedos.
(La Biblia en
un año: Marcos 8:1-21)
TIM GUSTAFSON - (Devocional “NUESTRO PAN DIARIO")