Año 1 - Semana: 10 - Día: 1
LEE Marcos 7:14-23 - Jesús enseña sobre la fuente del pecado.
MEDITA. Ni los ritos, ni el bautismo, ni otros actos litúrgicos pueden
limpiarnos de pecado.
El aparato digestivo y el pecado. “Nada hay fuera del
hombre que entrando en él, le pueda contaminar” (15, 18). Los fariseos tenían una
serie de “lavamientos” con el fin de evitar la contaminación (suciedad
espiritual). Jesús demuestra que lo que se come sólo afecta la digestión, no el
corazón. Jesús explicó que la verdadera naturaleza de la “contaminación” no es
ritual, sino moral.
La concupiscencia y el pecado. “Lo que sale de él, es lo que
contamina al hombre” (15, 20). Cualquier acción del hombre contraria a la
naturaleza de Dios sale del “corazón”, es decir, es dictada por su intelecto,
voluntad y sensibilidad. Entonces la actitud de obediencia o desobediencia con
que hacemos las cosas, hará la diferencia entre acciones sucias (pecado) o
limpias (santidad).
El corazón y el pecado. “Porque de dentro del corazón de
los hombres salen los malos pensamientos, los adulterios” (21). Para el cristiano
hay dos clases de santidad: posicional (posición) y progresiva o posesional
(posesión). La primera se obtiene inmediata e inmerecidamente cuando recibimos
a Cristo como nuestro salvador. Se nos atribuye la justicia de Cristo y Dios
nos declara limpios por la sangre de su Hijo. La santidad posesional en cambio,
se logra progresivamente cuando aprendemos a no ceder a los deseos de la
“carne”.
APLICA. Sin duda, tu apariencia externa, la forma en que mantienes tus cosas
dicen mucho de lo que eres por dentro. ¿Estás dejando que el Señor tome control
de tu vida? ¿Muestras interés por mantener un buen testimonio?
ORA. Señor, ayúdame a vivir consagrado a
ti cada día, manteniendo una conciencia limpia delante de ti.
UNIÓN BÍBLICA INTERN. - (Dev. “ENCUENTRO CON DIOS”)