“¿Dónde estabas
tú cuando yo fundaba la tierra?…” Job
38:4 (Leer: Job 40:1-14)
Cuando preparo mi casa para algún evento especial, me
desanimo porque creo que mis invitados no se dan cuenta de que limpio; solo
notan cuando ven algo sucio. Esto me hace pensar: ¿Por qué los humanos ven con
más facilidad lo que está mal que lo que está bien? Solemos recordar un mal
trato más que un gesto amable. Los delitos reciben más atención que los actos
de generosidad. Y los desastres captan nuestra atención más rápido que la
inmensa belleza que nos rodea.
Pero, luego, me doy cuenta de que actúo igual con Dios.
Suelo concentrarme en lo que no ha hecho, en lo que no tengo y en las
situaciones que todavía están sin resolver.
Cuando leo el libro de Job, recuerdo que al Señor no le
gusta esto, al igual que a mí. Después de años de prosperidad, Job sufrió una
serie de desastres. De repente, estas cosas se transformaron en el centro de su
vida y sus conversaciones. Por último, Dios intervino y le hizo a Job varias
preguntas difíciles, recordándole su
soberanía y todo lo que aquel patriarca no sabía ni había visto (Job
38–40).
Si empiezo a concentrarme en lo negativo, procuro
detenerme a considerar la vida de Job, notar las maravillas que Dios ha hecho y
sigue haciendo.
Considera llevar un diario de gratitud, y anota todo lo
que el Señor ha hecho.
Cuando pienses en todo lo bueno, dale gracias a Dios.
(La Biblia en
un año: Marcos 6:30-56)
JULIE ACKERMAN
L. - (Devocional “NUESTRO PAN
DIARIO")