Justo antes de
que Jesús sane al hombre sordo en Marcos
7, leemos: “y levantando los ojos al
cielo, gimió…” (Marcos 7:34). La palabra para gimió aquí significa un
gemido audible. Evidentemente, Jesús gesticuló y un gemido salió de su corazón.
Por supuesto que el hombre no podía oírlo, porque era sordo, pero, ¿de qué se
trata este gemido?
He leído muchos
comentarios acerca de esta escena. Pero ninguno confirma lo que yo creo que el
Espíritu de Dios me está diciendo. Estoy convencido que Jesús estaba mirando al
cielo y estaba en comunión con el Padre y Él estaba llorando calladamente en su
alma por dos cosas. Primero, él lloró por algo que solo él podía ver en este
hombre. Y segundo, él lloro por algo que él ve hoy, encerrado en los corazones
de tanta gente, especialmente los jóvenes.
¿Qué vio Jesús
tanto en el pasado como ahora? ¿Qué estaba escuchando, tanto en el corazón de
este hombre sordo y en los corazones de las multitudes de hoy? Él estaba
escuchando un gemido sin voz. Era un gemir del corazón, embotellado, incapaz de
ser expresado. Ahora Cristo mismo gimió con un gemir que no podía ser
expresado. Él estaba dándole una voz al
clamor de todos los que no pueden hacerlo.
Piensa en las
tantas noches que este hombre sordo lloró en su lecho hasta quedarse dormido
porque nadie lo entendía. Ni siquiera su madre o su padre podían discernir lo
que él decía. Cuantas veces trató de explicar cómo se sentía, pero todo lo que
salían era sonidos dolorosos y torpes. Quizás pensó, “Si tan solo pudiera
hablar, aunque fuera una vez. Si tan solo mi lengua se soltara por un minuto,
le podría decir a alguien lo que está sucediendo en mi alma. Gritaría: ‘No soy
un tonto. No estoy bajo una maldición. Y no estoy huyendo de Dios. Solo estoy
confundido. Tengo problemas, pero nadie me puede escuchar.’”
Sin embargo,
Jesús escuchó los pensamientos del corazón frustrado de este hombre. Él
entiende cada gemido interior que no puede ser pronunciado. La Biblia dice que
nuestro Señor es tocado con los sentimientos de nuestras enfermedades. Y él
sintió el dolor de la condición de sordera y tartamudez de este hombre.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)