“…soy una creación admirable” (Salmos 139:14 NVI)
La teoría de la
evolución sostiene que cuando hay una necesidad, la naturaleza la suple. ¿De
veras? En el libro Teología Natural, el Dr. William Paley escribe: “Para
conservar el ojo humano húmedo y limpio (cualidades necesarias para su uso), se
produce una secreción constante que mantiene la hidratación. Y la secreción
sobrante va a la nariz a través de una perforación en el hueso del tamaño de
una pluma de ganso. Cuando el líquido entra en la nariz, se extiende dentro del
orificio nasal y se evapora con la corriente de aire cálido que se produce con
la respiración… Está muy claro que el ojo necesita estar lubricado; ¿pero puede
esa “necesidad” ocular generar una glándula que secrete lágrimas o perforar el
canal por el que sale el exceso —un agujero a través del hueso—? Que los
evolucionistas nos digan quién perforó el agujero… y colocó un canal por el que
se dispersan las lágrimas”.
Cuando el ojo se encuentra en la oscuridad, su
capacidad de ver se incrementa por cien mil. ¡La cámara más avanzada ni
siquiera se le acerca! Y hay más; el ojo encuentra el objeto que quiere ver y
lo enfoca automáticamente alargándose o comprimiéndose. Los dos ojos se mueven
a la par y adoptan ángulos distintos para poder fijarse en su objetivo. La
teoría de la evolución sostiene que cuando el ojo estuvo listo para crearse a
sí mismo, pensó de antemano en protegerse y para ello creó una protuberancia en
la frente que resultó en la nariz, sobre la cual sujetamos las gafas que muchos
usamos. Luego creó una cortina para protegerse de cuerpos extraños. Seguro que
necesitamos más fe para creer en la evolución que en la creación. ¿En cuál
crees tú?
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")