jueves, 27 de agosto de 2015

La religión en voz pasiva 27 agosto




La mayor parte de lectores recordarán (algunos con sólo una traza de nostalgia) sus primeros esfuerzos para aprender la diferencia entre la voz activa y la pasiva en gramática, y cómo al final se dieron cuenta de que en la voz activa el sujeto del verbo ejecuta una acción, mientras que en la pasiva, la acción es ejecutada sobre el sujeto. Así, «Yo amo» es una oración activa, y «Yo soy amado» es pasiva.

Un buen ejemplo de esta distinción se puede hallar en el cementerio más cercano. Allí el enterrador es activo, y los muertos son pasivos. Uno actúa, mientras que los otros reciben la acción.

Ahora bien, lo que es normal en un cementerio puede ser -y en este caso es- totalmente anormal en una iglesia. Y sin embargo, nos hemos amoldado a un estado en el que casi toda la religión eclesial es pasiva. Un número limitado de profesionales actúa, mientras que la masa de gente religiosa se contenta con recibir la acción. El ministro, a semejanza del enterrador, ejecuta su servicio profesional, mientras que los miembros de la congregación se relajan y pasivamente «disfrutan» del servicio.

Una razón para esta condición es el fracaso del clero en comprender la verdadera naturaleza de la predicación. Hay el pensamiento de que la obra del predicador es meramente instruir, mientras que la verdadera obra del predicador es instruir con el fin de lograr una acción moral de parte de los oyentes. En tanto en que no haya respuesta moral a la instrucción, los oyentes son meramente pasivos, y tanto daría que estuvieran muertos. En realidad, en un sentido están ya muertos.

Quisiéramos aquí establecer una clara distinción entre la acción moral y la mera acción religiosa. La verdad es que ya hay demasiado de este tipo de actividad popular que hace poco más que agitar la superficie de la religión. Su movimiento sinfín, semejante al de la rueda de una jaula de ardillas, da la impresión de que están llevando a cabo muchas cosas, cuando en realidad no está sucediendo nada realmente importante y no se está dando ningún progreso espiritual genuino. De los tales debemos apartamos.

Por acción moral nos referimos a una respuesta voluntaria al mensaje cristiano; no meramente a la aceptación de Cristo como nuestro Salvador personal, sino al sometimiento a la obligación implícita en la doctrina del Señorío de Cristo. Tenemos que liberamos del inadecuado concepto del evangelio como siendo meramente «buenas nuevas», y aceptar el significado total del mensaje cristiano centrado en la cruz de Cristo. Tenemos que restaurar de nuevo a la iglesia la idea de que la oferta de salvación por la fe en Cristo conlleva consigo la condición de que debe haber también una rendición total de la vida a Dios en completa obediencia.

Todo lo que sea menos que esto pone el todo en voz pasiva. Toda una vida de oír pasivamente la verdad sin responder a ella paraliza la voluntad y provoca una degeneración de engorde del corazón. El propósito de la Biblia es lograr un cambio moral y espiritual en toda la vida. Si esto falla, todo lo demás puede ser en vano.


A. W. TOZER - (“CAMINAMOS POR UNA SENDA MARCADA")







TRADUCCIÓN